Capítulo 4 - Nueva información

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~Chad en multimedia~

De un salto me introduje en el Cadillac

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De un salto me introduje en el Cadillac.

—Arranca —ordené mirando hacia el moreno. Obedeció al instante, y el sonido del coche resonó por todo el aparcamiento, eché una última mirada a la rubia con la que había estado hablando y volví mi mirada al frente.

—¿Quién era esa? —dijo mientras miraba por el retrovisor. —¿Ya estás ligando? Te recuerdo que vienes aquí a estudiar Don Juan.

—Me has llamado Seth, imbécil —repliqué.

—¿Cómo quieres que te llame? ¿Vicente? —soltó una pequeña risa mientras mantenía su mirada fija en la carretera.

—Se supone que me llamo Caleb. Frank no se ha tirado tres meses consiguiéndome una identidad falsa para que ahora vengas y la cagues. —Me lanzó una rápida mirada, esa que siempre utilizaba cuando metía la pata, la cual constaba de una media sonrisa y una cara de disgusto.

Negué ante la estupidez de mi mejor amigo y saqué la botella de emergencia bajo el asiento.

—¿Vodka? ¿A estas horas? —exclamó mientras yo abría la botella.

—Una hora más en ese sitio y me pego un tiro. —Pegué un fuerte trago a la misma, notando como el líquido quemaba mi garganta.

Chad echó su cabeza hacia mi lado y abrió la boca mientras mantenía sus ojos en la carretera, indicándome que quería. Incliné la botella hacia su boca y dejé que el vodka recorriera su lengua.

Al segundo se apartó y gritó eufórico mientras apretaba el acelerador, saltándose uno de los semáforos de la ciudad.

Saqué mi mano por la ventana y dejé que el viento rozara mi piel, haciéndome sentir de alguna manera libre. Odiaba los espacios cerrados, las planificaciones y las rutinas. En realidad odiaba todo lo que me impidiese dirigir mi vida, a mi manera.

—¿Has oído lo de Kevin? —la voz del moreno rompió el silencio.

—¿Qué hay de nuevo? —pregunté curioso. Kevin era el mayor traficante de la ciudad, pero no traficaba con drogas, sino algo mucho más valioso, información.

—Al parecer se ha enterado de un cargamento importante la semana que viene, una buena suma de dinero, podría ser interesante —contó.

Sonreí, no tendría que estar parado por mucho tiempo.

Después de unos minutos, por fin llegamos a nuestro apartamento en el centro de la ciudad. Nada demasiado grande, nada demasiado pequeño, lo suficientemente vigilado para que no haya problemas con otras bandas y lo suficientemente oculto para que las autoridades no vieran actividad sospechosa.

Aparcamos el Cadillac en el parking y subimos en ascensor hasta el ático. Hasta ese momento no me había fijado en como iba mi mejor amigo. Con un jersey gris y negro a rayas, sutilmente roto por su hombro derecho, el cual bajaba hasta juntarse con unos pantalones negros, usando una fina cadena de hierro como cinturón, sus gafas Ray Ban no faltaban, claro, las cuales ocultaban gran parte de sus miles de pecas, a medida que sus rizos caían sobre su cara.

RUN©Where stories live. Discover now