Interludio - La verdad sobre Violet

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—¿Dónde diablos habéis estado? —nos preguntó Chad una vez llegamos hasta ellos

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—¿Dónde diablos habéis estado? —nos preguntó Chad una vez llegamos hasta ellos.

Había perdido totalmente la noción del tiempo y desaparecido por una hora. Al parecer Chad y Mia se habían cansado del restaurante así que habían vuelto a la playa, dónde nos habíamos vuelto a reunir con ellos.

—Viviendo aventuras —contesté pasando un brazo por el hombro de Violet.

Mia miró cómplice a Violet mientras que Chad se limitó a mirarnos con una sonrisa.

Escuché mi teléfono sonar e instintivamente dirigí mi mirada hacia mi mochila.

—Lleva un buen rato sonando. —La mirada de Chad se clavó en mi como si de cuchillos se trataran. Lo ignoré y me acerqué a mi mochila y cogí el teléfono. El nombre de Jon brilló en la pantalla.

—¿Quién es? —preguntó Violet curiosa.

—Negocios —sonreí. —Enseguida vuelvo.

Me alejé lo suficiente y cogí la llamada.

—Hasta que por fin decides contestar —La voz del viejo Jon sonó en la otra línea.

—Estaba ocupado —me excusé.

—¿Qué tal por Grecia? —preguntó. Fruncí el ceño confuso.

—No recuerdo haberte dicho que me iba a Grecia.

—Ese es mi trabajo Seth, saber cosas. —Hizo una pausa. —¿Sabes? Con la millonada que me has pagado he decidido tomarme unas vacaciones, así que he decidido venir a Grecia también, así podía entregarte el pedido personalmente.

—¿Estás en Mykonos?

—Sí, y tengo la información que me pediste —callé por unos segundos y miré hacia atrás para asegurarme que estaba lo suficientemente lejos. —Estoy en una maravillosa cafetería con unas vistas realmente espectaculares, te mando la ubicación, tenemos mucho de lo que hablar.

Sin esperar una respuesta, colgó la llamada.

Me guardé el teléfono y volví justo a los chicos. La mirada de todos se fijaron en mi al instante, sobre todo la de Chad.

—Tengo que atender unos negocios —informé.

—¿Te vas? —preguntó Violet.

—Volveré en unos minutos, podéis esperarme en el hotel.

—¿No puedo ir contigo? —Noté un tono de preocupación en su voz.

—No es nada importante ni peligroso, tan solo una reunión con un viejo amigo. —Violet asintió aún no muy convencida. Mi cuerpo reaccionó por mi mismo, cogí su mejilla con una mano y dejé un corto beso en sus labios. —Estaré de vuelta en unos minutos, podéis esperarme en el hotel. —Volvió a asentir esta vez mucho más segura.

Lancé una última mirada a Mia y Chad y di media vuelta camino a la ubicación de Jon. No estaba muy lejos así que me di un paseo, mil pensamientos y teorías inundando mi cabeza. Después de unos minutos de camino, mi teléfono volvió a sonar, y esta vez distinguí el nombre de Chad en la pantalla.

—¿Qué diablos quieres? —contesté sabiendo que iba a echarme un sermón a juzgar por las miradas de antes.

—¿Jon? ¿En serio Seth?

—¿Está Violet cerca? —pregunté asegurándome que no la cagara.

—No, no está cerca —aseguró. —¿Qué es lo que planeas Seth?

—Descubrir lo que nadie quiere contarme. —Escuché un suspiro de su parte en la otra línea. —Sé que me escondéis algo, y ya que no tenéis intención de contármelo pienso descubrirlo.

—Esta no es la manera de ganarte su confianza. Seth me gustaría que te hubieras visto hoy. Hacía años que no te veía sonreír tanto, ser tan tú. Por primera vez en mucho tiempo he visto a mi hermano, el de verdad, y no ese caparazón que tanto te empeñas en usar para protegerte. —Paré de caminar por unos segundos. —Por fin has encontrado a alguien que consigue sacar lo mejor de ti, por favor no la cagues ahora.

Sabía que Chad era la única persona que podía hacerme sentir mal con tan solo una mirada por lo que sus palabras eran aún peores. Colgué la llamada sin pronunciar una respuesta y mi cabeza se llenó de dudas.

Odiaba no sentirme seguro sobre algo, odiaba no tener el control de la situación, y en ese momento no tenía el control de absolutamente nada.

Mi cerebro elaboró teorías aún peores que las principales, y ya no sabía que creer.

No quería herir a Violet de ninguna manera, pero necesitaba saber que era lo que estaba pasando, mi corazón me decía que era algo grave.

Tratando de confiar en mi mismo reanudé mi paso hacia mi reunión con Jon.

Y después de unos minutos allí estaba, sentado en una terraza de un bar junto al mar, observando un periódico interesado.

Sin decir ni una palabra, me senté junto en frente.

Sus ojos negros se levantaron del periódico sutilmente, encontrándose con los míos.

Era un hombre mayor, alrededor de unos cincuenta años, con su característico traje beige, su sombrero a juego y como siempre un puro en su boca.

—Dichosos sean los ojos que te ven —dijo dejando el periódico a un lado.

—Sí, hacía bastante tiempo que no nos encontrábamos —contesté.

—¿Qué tal el viejo Frank?

—En Atenas, planeamos reunirnos aquí en fin de año.

—Eso está cerca, quizás me pase a verlo.

—¿Tienes lo que te pedí? —Abrió la chaqueta de su traje y dejó un sobre sobre la mesa.

—Violet Grace —pronunció su nombre. —No ha tenido una vida demasiado ajetreada excepto por ... eso, así que me he centrado en investigar ese tema, supongo que es lo que buscabas. —Observé el sobre con curiosidad. —Está todo ahí, nombre y apellidos, información general y ubicación actual del sujeto.

—Todo eso ya lo sé.

—No, esa información no es de ella. —Lo miré confuso. —No es algo fácil de lo que hablar, mejor que lo leas, está todo lo detallado posible. —Volví a fijar mi mirada en el sobre y tragué saliva. —¿Quién es la chica? —preguntó curioso.

—Alguien especial —me limité a decir.

—Ya veo ... —Su voz sonó triste. —Entonces mejor te dejo solo para que puedas procesar toda la información, me pasaré por Atenas a ver a Frank. —Se levantó de su asiento.

—Gracias Jon.

—Nos vemos, Seth. —Y desapareció en cuestión de segundos.

Observé el infame sobre en la mesa y lo cogí con cuidado. Lo sostuve en mis manos por unos segundos, y mi corazón se aceleró al agarrar la solapa del mismo. Lo abrí cuidadosamente y comencé a sacar los papeles que se encontraban dentro. Cuando estaba a punto de empezar a leer, mis nervios me traicionaron, y lo dejé rápidamente sobre la mesa.

Me llevé las manos a la cabeza y me sentí como un cobarde, pero lo cierto es que me daba miedo abrirlo.

Me aterrorizaba saber que había dentro. Me aterrorizaba no ser capaz de mirarla a los ojos después de traicionar su confianza e invadir su privacidad de esa manera. Y sobre todo me aterrorizaba que mi actitud hacia ella cambiara después de saber que es lo que esconde.

Frustrado volví a meter los papeles, guardé el sobre en la chaqueta y salí de aquel lugar.

RUN©Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt