Capítulo 22 - El consejo de un viejo

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Mis ojos dejaron de tener contacto con los suyos y di media vuelta alejándome de la biblioteca

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Mis ojos dejaron de tener contacto con los suyos y di media vuelta alejándome de la biblioteca.

Y Violet Grace volvía a romper todos los pronósticos y me sorprendía, una vez más. No solo había parecido disfrutar del golpe, sino que además pedía participar en otro, justo un mes después de pedirme que desapareciera de su vida.

Salí de la biblioteca sin destino aparente, inmerso en mis pensamientos. Llegué hasta un banco de los jardines y me senté en él. Tratando de mantener mi mente en blanco, saqué la poca marihuana que me quedaba y me hice un porro. No sabía si estaba permitido fumar en los jardines de la universidad, pero en ese momento no me importó.

Me fumé el porro mientras observaba el parking de la universidad a escasos metros.

Violet volvió a mi mente, como tanto lo hacía últimamente. No sabía que pensar sobre ella, algo me hacía actuar como un idiota cada vez que estaba cerca, mis impulsos me traicionaban, y acababa haciendo gilipolleces.

No sé a quien quería engañar, en realidad no quería que saliera de mi vida, y cuando la había visto en la biblioteca fue como si el destino se pusiera de mi parte por una vez. Odiaba sentirme así, odiaba sentirme vulnerable, y más aún por una chica.

Mi mente no lograba procesar que me estaba pasando, ya que jamás me había sentido así por nadie que no fuera yo mismo. No sabía si era la curiosidad que me producía su persona, el placer que me proporcionaba irritarla o su magnético carisma, pero una parte de mi cuerpo quería pasar tiempo con Violet.

Al principio simplemente le echaba la culpa a la obvia tensión sexual entre nosotros, pero no era nada parecido. Había sentido atracción sexual por muchas otras chicas, y nunca era así, nunca era tan obsesivo, ni tan confuso.

Después de un rato pensando en el tema, me di cuenta de lo bien que iba de vez en cuando parar el mundo, sentarte y reflexionar. Había perdido la noción del tiempo, no sabía cuantos minutos habían pasado, o cuantos porros me había fumado, pero la verdad es que me sentía mucho mejor.

Un claxon y una voz demasiado conocida interrumpió mi momento zen.

—¡Eh cara pene! —dirigí mi cabeza hacia Chad, quien me observaba desde su coche. —¿Qué diablos haces aquí? —Me levanté y me acerqué a su coche, saltando el techo descapotable del mismo ligero como una pluma hasta el asiento del copiloto. —Joder vaya colocón que llevas —comentó divertido mientras observaba el rojo de mis ojos.

—Espera, tengo aparcado mi coche —recordé.

—Ya vendrás a buscarlo, mejor que no conduzcas por unas horas —rió.

—¿Cómo sabías que estaba aquí? —pregunté.

—Supuse que estarías acosando a Violet como de costumbre. —Arrancó, saliendo fuera de la universidad.

—Bueno, supones mal, como cada vez que alguien supone algo de Violet, le da la vuelta a todo —murmuré.

—¿Qué diablos te pasa? —preguntó divertido mientras me miraba de reojo. —Seth, ¿te gusta Violet? —preguntó directamente.

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