Capítulo 11 - Como el Ajedrez

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Cada vez que respiraba, cada vez que levantaba los ojos o simplemente cada vez que me movía lo mas mínimo la habitación me parecía mas angosta

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Cada vez que respiraba, cada vez que levantaba los ojos o simplemente cada vez que me movía lo mas mínimo la habitación me parecía mas angosta. Quizás era el hecho de llevar encerrado en aquel lugar una semana y media o quizás los nervios de que terminaran por pillarnos, pero la verdad era que había sido mucho peor que las otras ocasiones. Mucho más largo y con un ambiente mucho más oscuro.

Nadie hablaba demasiado de lo ocurrido, de hecho ni siquiera hablábamos del golpe, en lo único que nos centrábamos era en que hacer con el dinero una vez entregada la parte que le debíamos a Malcolm y su banda. Y era lo mejor, todos sabíamos que el dinero no arreglaría como nos sentíamos. No voy a mentir, yo era el que mejor lo llevaba, no era la primera vez que veía a alguien inocente a morir, y si hubiera estado en el lugar de Chad hubiera hecho lo mismo. Sin embargo había sido un golpe muy duro para los demás, en especial para Chad.

Mia no se separaba de él ni un minuto, y sin saberlo se había convertido en su mayor apoyo, mientras él finge estar bien después de una semana de mirada perdida y remordimientos. Sí, estaba mejor, al menos había aceptado que no fue su culpa y que no tenía otra opción, pero las pesadillas seguían asaltando su mente cada vez que pensaba en ello y cada vez que cerraba los ojos.

Cansado del silencio de mi habitación me levanté de mi cama y me acerqué a la puerta, saliendo hacia el pasillo en el piso superior. Me acerqué a las escaleras de cristal y las bajé mientras escuchaba a Chad y Mia hablando de algo que no pude entender. A medida que me acercaba más, pude verlos desde el piso de arriba junto a la mesita del salón, jugando lo que parecía ser al ajedrez.

—¿Interrumpo? —Pregunté llegando hasta ellos, ambos se giraron, acabando así con su concentración en el juego.

—Para nada, si quieres te puedo ganar a ti también. —Murmuró Mia segura de si misma.

—No es algo difícil de conseguir, no sabe jugar. — Murmuró Chad refiriéndose a mi. Le levanté una ceja y me senté en medio de ambos a un lado de la mesa.

— Podría aprender. — Me encogí de hombros.

Ambos rieron levemente y siguieron con la partida, observé cuidadosamente el juego, y al cabo de unos minutos, me di cuenta que no era muy diferente a la realidad.

Habían decenas de piezas, pero sin embargo sólo una importaba realmente; el Rey. Si matabas al Rey contrario, ganabas la partida, sin importar cuantas pérdidas hayas tenido, o causado. El mundo no funciona muy diferente de un tablero de ajedrez. Los líderes políticos merodean por sus mansiones, decidiendo por los ciudadanos sin realmente saber que es lo que necesitan. Presumen de poder militar, deseando demostrar su fuerza, sin importarles una mierda el daño que pueden causar, al fin y al cabo lo único que les importa es salvar su propio culo.

Mia, con un inteligente movimiento de caballo, acabó con el rey de Chad.

—Oh otra vez. — Se rindió Chad, inclinándose hacia atrás en la silla.

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