Seth Ford, frío, calculador y terriblemente carismático, adoptado por uno de los mayores criminales de la ciudad se había ganado el respeto de los bajos fondos, inspirando tanto terror como admiración. Nadie se metía en su camino si quería conservar...
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Ese rincón se había convertido en mi mejor aliado esos días. Justo en el salón, en una de las esquinas, tras las cerradas ventanas podía mirar entre las rejillas de las persianas como la gente seguía su vida normal, podía ver el Sol, saliendo y poniéndose todas las mañanas, siguiendo con su ciclo como si nada hubiese pasado.
Después de un golpe normalmente un día de incógnito era suficiente, pero esta vez era diferente. Había una víctima mortal, y la policía no nos dejaba respirar. Si salíamos del apartamento estábamos cogidos, y no quedaba más remedio que esperar a que se calmase el ambiente.
El ambiente era mustio, el silencio reinaba en el lugar, y la oscuridad se había convertido en nuestra mejor aliada, excepto para Chad.
Su alma estaba manchada de sangre, y nunca acabaría de limpiarse del todo, aunque todos intentemos que no fuera así. Mia se pasaba las veinticuatro horas del día a su lado, intentando traer un poco de luz a su triste perspectiva de la situación.
Pero nada ayudaría, era algo que tenía que afrontar él solo, y el tiempo era su único aliado.