Capítulo 8 - La Veuve Noire

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~Chad en multimedia~

Salí con la cabeza a punto de explotar de aquella maldita aula

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Salí con la cabeza a punto de explotar de aquella maldita aula. ¿Quién diablos se pensaba que era? No solo se había atrevido a pegarme, sino que además se había metido en mis asuntos y me había amenazado, en mi cara.

Si supiera quien era no se hubiera atrevido ni a mirarme, pero sin embargo, había cruzado la raya.

De alguna manera había descubierto que utilizaba una identidad falsa, y aunque no me gustaba el hecho de tener a una cría investigando sobre mi no podía centrarme en eso ahora mismo. Tenía otros asuntos entre manos, el día había llegado.

Saqué mi teléfono y le envié un mensaje a Chad, haciéndole saber que ya había salido, y que me viniera a buscar. Llegué al parking y esperé su llegada.

Unos minutos más tarde apareció con el Mustang blanco de Frank, salté sobre él y me senté en el asiento de copiloto.

—Vamos tarde —me informó.

—He tenido un pequeño problema —expliqué.

—¿Qué problema?

—Nada importante. ¿Está todo listo?

—Todos en Classless. Listos y esperándote —dijo para acelerar, directos a Classless.

Classless era un pequeño y privado bar, situado en las afueras de la ciudad, perfecto para reunirnos antes de un golpe por su privacidad. Chad condujo hasta el mismo, mientras por el camino me iba contando las novedades mientras estaba en clase.

En unos minutos habíamos llegado.

Bajamos del coche y nos acercamos hasta la puerta. No era nada del otro mundo, con el interior entero de madera, al estilo vintage, unas cuantas lámparas verdes colgaban del techo, mientras las mesas se dividían en grupos por el salón. Eché un vistazo al camarero, quien me saludó mientras me señalaba la pequeña puerta con cortinas en el extremo. Asentí y me dirigí hacia allí. Detrás de esa cortina, en una pequeña sala con nada más que una mesa y unas pocas bebidas se encontraba mi equipo.

Todos se levantaron y me saludaron nada más verme.

No era un grupo demasiado grande, sólo los justos y necesarios. Estaba Mark, alto, robusto e intimidante, sus facciones eran fuertes, como las de cualquier ruso, y no se andaba con tonterías. Louis, francés, alto y delgado. experto en armas y seguridad, se encargaba de apoyar al grupo si las cosas se ponían feas. Y por último pero no menos importante, Spark, un joven de apenas dieciséis años, pero todo un experto en sistemas de seguridad y tecnología, normalmente se quedaba en el furgón, hackeaba las cámaras y bloqueaba las transmisiones.

Hice un gesto con la mano, indicando que se sentasen.

—Os he echado de menos chicos —dije como saludo. Y no mentía, pasaba mucho tiempo con ellos, y de alguna manera se habían convertido en mi segunda familia, sobre todo Spark, quien era como mi hermano pequeño al que tenía que proteger.

RUN©Where stories live. Discover now