Capítulo 3

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Tenía un buen rato que los del DIF habían llegado, y tenían tiempo que el doctor había estado hablando con ellos.

Estaba nerviosa y ansiosa. Abel no volvió a dormir después de lo que nos dijo el doctor, aún no podíamos pasar a ver a Kira hasta que se arreglara el asunto, Demián estaba apoyándome tratando de darme ánimo.

También me prestó su chaqueta al ver que tenía frío, no le importó que la apuesta o ensuciara, es muy lindo, y no solo hablo físicamente, hablo de su personalidad, es muy atento, a cada rato nos pregunta si queremos o necesitamos algo, y a cada rato me sigue pidiendo perdón.

Primero llegaron los agentes del DIF y después las autoridades quienes fueron directamente con Demián, ciertamente, me preocupaba que lo fueran a encerrar, se que con ese tipo de acciones no hará que Kira se recupere de la noche a la mañana pero, no cualquiera al haber atropellado a una niña se hubiera quedado, al contrario, lo más seguro es que hubiera huido.

Pero no, Demián se quedó, nos trajo al hospital y está tomando la responsabilidad que tiene en dicho asunto.

Veo como el doctor sale  con los agentes quienes se dirigen con las autoridades y Demián.

Hablan durante un largo rato, desgraciadamente no están  tan cerca como para escuchar, Abel y yo permanecemos impacientes ante lo que dicen aquellas personas, hay estos en los que Demián frunce el seño o aprieta las manos e incluso alza la voz.

Sea lo que sea, Demián y el doctor están tratando de ayudarnos.

Veo como Demián sonríe ampliamente y abraza a uno de los agentes quién rueda los ojos. El doctor niega con la cabeza riendo.

El agente a quien abrazó Demián, lo separa y le dice algo, entonces miran y se dirigen hacia acá. Rayos, estoy nerviosa, muy muy muy ansiosa.

—Astrid, los agentes quieren hacerte unas preguntas. Te pido que contestes con total sinceridad, ¿De acuerdo?. -Asustada asiento.

—¿Cuantos años tiene usted?.- Dice el hombre al que abrazó Demián.

—19, creo. -Hay una chica que anota algo en una libreta y no deja de mirar a Demián. El agente frunció su seño pero continuó.

—¿Desde cuando vive en la calle?.

—Mmm...Si mal no recuerdo yo tenía diez años. -El rostro serio del agente comienza a suavizarse conforme las preguntas.

—¿Huyó de casa?. -Solté un suspiro, no me gustaba hablar de ello, la única persona que sabía de prácticamente toda mi vida, era el señor Thomas.

—No. -Suspiré. -Los que eran mis padres adoptivos me echaron de casa un día que mi hermano estaba fuera de casa. -La mayoría de los presentes tenían los ojos abiertos como platos. El agente carraspeó y continuó.

—¿Su hermano no dijo nada al respecto?.

—Como dije, mis padres aprovecharon que no estaba en casa, había salido con uno de sus amigos. Nunca supe algo de el.

—Hace unos momentos dijo que creía tener 19.

—A veces es tanto el tiempo en la calle que no tiene importancia la edad que tengas, hay cosas más importantes por las que preocuparse que por la edad. -Me encongí de hombros.

—Los niños, ¿Desde cuando están con usted?.

—Kira, quién ahora tiene ocho años, la encontré en un basurero cuando tenía unos cuatro años. -Los presentes volvieron a abrir los ojos como platos. -Abel. -Mire al pequeño Abel quién se había mantenido callado hasta ahora, tenía su rostro neutro. -Lo encontré caminando en la calle una noche, tenía muchos golpes en el rostro.

Inefable © | CompletaWhere stories live. Discover now