Capítulo 18

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Habían pasado exactamente tres semanas después de haber visto a Demián, una semana de dejarlo partir hacia su felicidad y una semana de un dolor imparable.

Hace cuatro días que me habían dado de alta y que me había ido a quedar con mi hermano. El se ha encargado de que no caiga en lo que llaman, depresión.

Es casi imposible sonreír cuando para mi mala suerte, me había acostumbrado a tener conmigo a Demián, sentir el calor de su cuerpo junto al mío, despertar entre sus brazos o incluso cuando me llevaba el desayuno a la cama, la tibieza de sus labios junto los míos o sus palabras llenas de..... Lo que creía amor.

Suspiro para proseguir con el aseo. Ed me había dicho que no era necesario pero mi inquietud de hacer algo me obligaba a reaccionar. Al único que le he dicho sobre lo que paso antes del accidente era Jess, ni siquiera mi hermano lo sabia, había insistido muchas veces en saberlo pero sabia que si le decía, el iría tras Demián, no quería que le pasara algo, a ninguno.

Jess se sorprendió e incluso palideció cuando le dije todo, como lo sospechaba, ella conoce a Demián e incluso a Dalia.

Quise hablar con ella sobre Dalia pero dejo en claro que era conversación para otro día.

—Voy a salir enana. ¿Necesitas algo?. -Dice Edgar tomando su mochila del sofá.

—No, en un rato me voy a trabajar, así que estoy bien. -Ed había insistido en que renunciara al restaurante, que el me podría mantener sin problemas. Claramente, me negué.

—Si no vas a renunciar, deberías tomarte aunque sea una semana más de descanso, todavía no te recuperas de tu costilla.

—Tranquilo hermanito, Jess y el jefe no me dejan hacer ningún esfuerzo, así que no tienes por que preocuparte. -Me acerco a darle un beso en la mejilla.

—Me preocupo por que te amo mocosa. -Sacude mi cabello tal cual perro.

—No soy un perro Edgar. Y yo también te amo.

Después de ello, se marchó hacia el hotel donde trabaja de Gerente. En ocasiones tengo la tentación de preguntar sobre sus padres pero, termino desistiendo.

Termino de arreglarme y tomo mís cosas para tomar marcha hacia el restaurante. Tomo un taxi indicando la dirección, cuando estoy a unas cuadras de llegar, visualizo el local en el que estaba Demián y aquella chica Dalia, suspiro pensando en todo el tiempo que el paso viéndose con Dalia, me duele pensar que lo haya hecho todo este tiempo, me niego a pensarlo.

Nunca pensé o imaginé depender tanto de una persona, no económicamente pero si sentimentalmente. Extraño sus abrazos, nuestras salidas espontáneas, sus consejo cuando tenía días malos, sus besos, extraño todo de el.

—Señorita, hemos llegado. -Me disculpo con el taxista y le pago. Salgo del taxi limpiando una lágrima traicionera y coloco mi mejor sonrisa para no preocupar al jefe y a Jess quién, se ha convertido en mi segundo pilar para estar "estable", sin Edgar y Jess, no sabría que sería de mi ahora mismo.

Abro la puerta y prosigo a entrar.

—¡Hola Diana, buenas tardes!. -Una efusiva Jess me saluda, me extraña el hecho de que ella esté en la registradora.

—Buenas tardes Jess, y ¿Zandy?. -Ella suspiró.

—Papá la despidió. Faltaba demaciado y pedía muchos permisos, eso sin contar las veces que faltaba dinero en la caja. -Abrí lo ojos como platos al escuchar.

—No me caía bien pero no le deseaba que fuera despedida. -Dije con sinceridad.

—Yo menos pero bueno, significa más trabajo para nosotras. -Dijo haciendo una mueca muy chistosa que me hizo soltar una carcajada.-¡Si!. ¡Al fin sonríes!

Inefable © | CompletaWhere stories live. Discover now