Capítulo 8

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Después de aquella plática con Martha, cientos de pensamientos pasaron por mi mente, miles de cuestiones surgían a cada segundo pero, principalmente el hecho de que

¿Demián sentía algo por mi?.

Tengo poco tiempo de conocerlo, tal vez su mayor secreto, tal vez no sé cómo fue su niñez pero lo que si se, es que es alguien que llegó a mi vida y a la de Abel junto con Kira para ayudarnos, no solo económicamente, si no, moralmente.

Ese tipo de acciones, no basta una vida para pagar toda la ayuda brindada sin esperar nada a cambio. Demián se ha metido en lo más profundo de mi mente, todo el día pienso en el ya que tiene que trabajar y yo me quede sola en el apartamento.

Abel se fue con Martha y Robert hace unos días, le dije que era bueno que los tratara ya que después de todo, ellos serían también parte de la familia ahora, y vaya que se llevaban bien, Robert lo había inscrito en una escuela y Martha se encargaba de mimarlo. En cuanto a Kira, ella hace poco salió del hospital y fue directamente a la casa de Robert y Martha. Todavía no se adapta como Abel pero, el siempre está ahí para decirle que todo está bien y que siempre estará ahí para ella.

Debido a que Demián trabaja en la empresa de su padre como vicepresidente realizo algunos quehaceres en el departamento para no estar de floja. Robert y Demián son los dueños de una cadena de departamentos muy cotizados. Claramente este edifico es uno de esos, no podía creerlo cuando  me lo dijo. En fin, su casa está a unos cuantos minutos de aquí, este edifico no está ni a dos horas del callejón.

Eso me hace sentir tranquila, alejada de los recuerdos, del pasado y de las desgracias, todo gracias a Demián.

Hoy principalmente estaba feliz ya que, Demián había contratado a alguien ¡Para que me diera clases particulares!. Estudiaría desde aquí sin problema alguno, sinceramente después de todo este tiempo y más por mi escaso vocabulario desistía a la idea de ir a una escuela como alguien normal, la cuestión es, que hace tiempo deje de serlo.

Hoy llegaría un profesor de la comprara confianza de Demián quién dice, que es un viejo amigo de su padre con el que siempre se llevó muy bien.

El timbre suena y dejo el trapo en el tendedero para ir a abrir la puerta. Cuando lo hago ahí se encuentra un señor de la tercera edad.

—Hola buenas tardes señorita. Busco a...-Levanto un papelito que traía y leyó. -¿La señorita Astrid?.

—Soy yo, usted es el se Alberto. -El asintió. -Adelante señor, yo soy Astrid.

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Pasaron cuatro horas en las que el profesor Carlos se dedicó a enseñarme lo básico, escribir, leer, y cosas así. Cosa que no se me dificultaba, Thomas cuando podía me ayudaba a practicar.

Oh, por cierto, hace poco fui a visitar a Thomas, el se alegró al ver la situación en la que estábamos metidos, hablando positivamente claro.

En fin, el profesor se alegró mucho al ver que no partiría totalmente de cero y que mi vocabulario era bueno para no haber terminado completamente mis estudios.

Estaba más que extasiada con la clase, me propuse a absorber (literalmente) todo la información que necesitara y el profesor estaba más que satisfecho, incluso se fue con una sonrisa, cuando llego tenía una expresión muy seria.

Cuando se fue, seguí limpiando algunas parte que me faltaban. A los veinte minutos se escuchó la puerta.

—¿Astrid?.-Dice Demián cerrando la puerta.

Inefable © | CompletaWhere stories live. Discover now