Capítulo 7

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Caminaba de un lado a otro nerviosa y ansiosa, más ansiosa que nerviosa o más nerviosa que ansiosa pero también alterada o ansiosa y alterada.

¡Aaaaa!.

Hoy Demián me presentaría a sus padres y no tenía idea de porque me sentía de aquella manera ante la idea de conocer a sus padres. Rayos estaba más que alterada.

Han pasado tres días desde que fuimos de compras, y en esos días, Kira ha estado mejorando mucho mejor a lo que los doctores esperaban. Claramente todavía no le había dicho sobre la adopción, Demián, sus padres en pocas palabras, nada.

Se le había hecho raro verme limpia y con ropa que no olía mal y estuviera rota, pero no dijo nada.

En este momento me encuentro vestida con un vestido sencillo de flores de manga corta y unos tenis rosas pastel. Mi cabello lo había dejado suelto y solo puse un poco de crema para el cabello que me compro Demián. Me había comprado demasiadas cosas que ni yo sabía para que se usaban. En estos pocos días, Demián se ha portado de lo mejor conmigo y Abel pero, más conmigo, es muy cariñoso, amoroso, me mima mucho y gracias a él, Abel y yo hemos subido un poco de peso, decía que estábamos hechos unos esqueletos.

A Kira todavía no la darían de alta, tendrían que revisar sus costillas, cabeza, tobillo y cómo va de la desnutrición. Eran demasiados estudios, demaciado dinero y ¡Todavía no tenía trabajo!.

El timbre del departamento sonó por todo este y mis sentidos se pusieron en alerta, había estado en mi habitación todo este tiempo, los padres de Demián cenarían con el y conmigo, por ahora. Abel estaba jugando con un un aparato que le regaló Demián, parecía que le gustaba llevarme la contraria, si decía que no, el que si, si decía que si, ¡El decía que no!.

Salgo de la habitación al escuchar unas voces. Me hacerlo a la sala y ahí se encuentran los padres de Demián. Puedo notar que Demián es idéntico al señor, mismas facciones, misma nariz, mismas pescas excepto sus ojos, el color de sus ojos eran combinación de ambos, la madre los tenía azules y el padre mieles.

Los tres se giraron en mi dirección y solo Demián se encaminó hacia mi.

—Papá, mamá, ella Astrid, la chica de la que les hable. -Levanté la mirada y ambos me veían con curiosidad. Tomé inconscientemente el brazo de Demián.-Tranquila, son de confianza.

Me susurro y asentí levemente.

—Astrid, ella es mi madre, Martha y el es mi padre, Robert.

—Un gusto. -Dije tomando valor y caminando hacia donde estaban ellos y le extendí mi mano primero al señor quién la tomo inmediatamente y luego a la señora quién tenía una sonrisa en la cara.

Ambos señores lucian de una manera muy elegante, en ese momento me sentía muy por debajo de ellos pero lo dejé pasar.

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Gracias a Dios la cena transcurrió de lo más normal, no había preguntas o momentos incómodos. Tanto con la señora Martha y el señor Robert, se mostraron de la manera más educada y amable que pudiera conocer.

Sabía que estaban al tanto de TODO, Demián me había dicho de antemano que tuvo que decirles todo lo ocurrido y de dónde veníamos, por una pequeña parte me moleste pero por otra, me gustaba y me encantaba el hecho de que no me trataban como alguien diferente o inferior a ellos. Hablaba muy bien de su persona.

—Astrid. -Me hablo el señor Robert. -Mi hijo me puso al tanto de todo lo sucedido desde el día del accidente y como esto conllevo a saber en dónde vivían ustedes desgraciadamente. -Me dió una sonrisa triste y yo se la devolví. -Los trámites ya están hecho, tanto Kira como Abel tienen nuestro apellido, legalmente son nuestros hijos. -Abrí mis ojos como platos, dios, por fin, por fin mis pequeños no pasarían hambre, frío o miedo, al fin tenían una familia.

Inefable © | CompletaWhere stories live. Discover now