Epílogo [✔️]

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Seis meses después...

Caminé por el campus de manera graciosa. Parecía un bodoque. ¿Por qué? Les explico. Este era mi segundo día en la universidad como Freshman y como buena alumna me ofrecí a llevar unos libros de lenguaje a la biblioteca. Soy una burra, lo sé. Pero si con las justas terminé la secundaria en este país hace un par de meses con calificaciones mediocres, me gradué, y logré ingresar a este lugar con mi esfuerzo, no pensaba arruinarlo, iba a ser la persona más responsable de la institución y estudiaré desde el primer día.

Con cuidado baje unas escaleras y traté de evitar a las personas que venían en contra mío, aunque ellos me veían y sabían que tenían que rodearme.

Les contaré un poco de como llegue a este lugar.

Hace seis meses salí de la comisaría habiendo dejado un sobre lleno de los papeles con las cifras de los lavados de dinero de mi papá, ya que uno de ellos involucraba a la familia de Brian y a la de Erik. Obviamente estaba planeando hacérselo a la familia de Tyler y de Brian.

Con los nervios aumentando, no de que me descubran, si no de lo qué pasará después, maneje al próximo destino. Preguntas rondaban mi cabeza, a donde iré, con quién, por cuánto tiempo.

Solo fui al único lugar que se me ocurría. Casa de los Smiths primeros, los abuelos de Wren, la única familia que me quería. Antes de tocar la puerta se me ocurrió tirar piedras en la ventana antigua de Wren. Tenía fe de que haya leído mi carta y de que haya sabido qué hacer.  Había escuchado entre los empleados que el Señorito Smith había regresado un tiempo a la ciudad a ayudar a sus abuelos con una renovación en su casa.

Mi cara y cuerpo de llenaron de alegría cuando un somnoliento Wren sacó la cabeza por la ventana. Al verme, vi como ese sueño se caía rápidamente como si fuera una máscara de polvo y sonrió de manera gigante quedándose con la boca abierta. Pensé que se había congelado así que le tiré una piedrita en la cara, haciendo que me miré de mala manera, y yo riera. Sin esperar dos veces bajó y me envolvió en un abrazo gigante. 

Como es de esperarse lloré de la felicidad y en el carro le conté todo. Lo del dinero de mi papá, su plan de alianzas estratégicas con las familias más millonarias del internado y como me usó de anzuelo. También hubo una confesión de mi parte. Le dije que no me había dado cuenta de lo feliz que era antes que todo se vaya al carajo. Admití que necesitaba a mis amigos en mi vida y especialmente, admití que necesito ayuda profesional. Esta vez iba a hacer todo lo posible para mejorar, quería mejorar.

Él le escribió a Tyler para decirle que yo estaba bien, y le dejó un mensaje de mi parte. Que iba a encargarme de este asunto, de mejorar mentalmente y físicamente, y cuando todo haya acabado, iría por él.

Felizmente el juicio no se demoró tanto ya que se tenían todas las pruebas necesarias. Mi papá tenía a los mejores abogados del continente bajo su manga, así que hubieron más días en la corte de lo planeado inicialmente y testigos, especialmente yo. Era un testigo anónimo para el público. Sabía que si él sabía que era yo, mandaría a alguien por mí. Y no quería eso. 

Seis meses después él fue declarado culpable. Los de servicios sociales contactaron a Christine la segunda semana del enero en que pasó todo lo que causó que llorara un mar de lágrimas. Estaba preocupada por mi y mi salud. Cuando le conté algunas partes de la historia se culpaba a ella misma ya que nunca confió en mi papá, pero no era su culpa.  

Ella se volvió oficialmente mi "madre" adoptiva. Le dije que no era necesario porque ya acababa de cumplir 18, pero me dijo que la familia es importante.

Terminé el segundo semestre de secundaria en... un instituto especial. Cuando le dije a Christine que quería ayuda, buscó en todos lados la mejor opción y no le importó el dinero, me internó en una casa de ayuda. ¿Qué es eso? Se preguntarán. Por unos 5 meses viví en una casa con supervisión completa las 24 horas del día con personas con problemas similares a los míos. Fue difícil, pero mejorar toma tiempo y esfuerzo. Teníamos reuniones con psicólogos a diario y reuniones grupales tres veces a la semana. Conocí a muy buenas personas que estaban pasando por algo parecido y eso me ayudó bastante. Mutuamente logramos mejorar. Yo era la única que iba a la escuela ya que la mayoría era mayor de 20 años y en esta conocí a un gran amigo. Fabricio.

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