Epílogo.

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Epílogo.

Finales del 2039.

Carro de James.

Bostecé flojamente mientras me acomodaba mejor en el asiento, sin quitar mi vista del recorrido que hacía una gota de lluvia que bajaba lentamente por la ventana del carro.

El sol apenas comenzaba a salir, así que la luz aún seguía sin molestarme del todo.

Bufé, cerrando los ojos por un momento.

"Ayúdenme, es como si las paredes se estuvieran derrumbando.

A veces siento ganas de darme por vencida.

Ningún medicamento es lo suficientemente fuerte.

Alguien ayúdeme ".

Odiaba a mi tío Shawn por hacer música tan jodidamente sentimental, realmente.

Y es que me había sentido a mí misma en esas frases.

A pesar de tener a todos apoyándome, yo me volvía a derrumbar una y otra vez, lo único que necesitaba para ponerme mal era el recuerdo de que no volvería a estar con Trisha físicamente.

Ningún remedio que me medicó ningún psiquiatra funcionó, la depresión seguía ahí.

Obviamente después de cuatro años ya lo que tenía no era depresión, ya que había logrado curarme, pero seguían dándome bajones de vez en cuando.

Después de cuatro años apenas lograba estar un poco estable emocionalmente, y por esa razón me desperté a las cinco de la mañana pensando en una sola cosa: no podía seguir huyendo, tenía que ir al cementerio a visitar el cuerpo de mi abuela.

—James— lo sacudí, intentando despertandolo—, James, James.

Abrió los ojos aturdido— ¿Mmmm?

Dejé de moverlo y lo miré fijamente, sintiéndome horrible por haberlo despertado del sueño en el que se veía tan cómodamente sumergido, pero era algo realmente importante para mí.

—Si te hago una taza de café para que te despiertes, ¿me llevarías ahorita mismo al cementerio?— cuestioné.

Aceptó y, bueno, ahí estábamos, encaminándonos a lo que para mí sería lo más doloroso y valiente que había hecho en mucho tiempo.

Realmente me parecía estúpido lo mucho que me costaba el simple hecho de pensar en estar cerca de donde habían enterrado el cuerpo de mi abuela, pero no podía hacer mucho para evitar ese dolor insoportable en la panza gracias a los nervios, ni para evitar la manera en la que mis manos temblaban.

No era tan importante el visitarla, porque en ese lugar no estaba ella, solo quedaba polvo de lo que alguna vez había sido el cuerpo de mi abuela; ella se encontraba conmigo, siempre que estaba mal, siempre que tenía un bajón o un problema, ella estaba ahí. Lo que se me hacía importante era reconocer eso y perder el miedo a poder ir a ese maldito cementerio con tranquilidad.

Pero en esos momentos se me hacía imposible siquiera pensar en la idea de estar tranquila, porque James estacionó el carro y ya no eran únicamente mis manos las que temblaban, sino que toda yo me encontraba temblando como una pequeña chihuahua.

—Bae, ya llegamos— me avisó James tocando mi hombro.

Y para esos momentos estaba considerando seriamente la posibilidad de decirle "Volvamos a casa", pero no lo hice, no solo debido a que él se había tomado la molestia de conducir hasta allá, ya que yo sabía que él me entendería y nos llevaría a casa de nuevo, sino porque tenía que afrontar ese miedo.

Meli.Where stories live. Discover now