11.- Cuentos que no son cuentos

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"Eres mía, mía y de nadie más. ¿Acaso no he sido claro contigo? Soy tu dueño, y el dueño de tu voluntad también. Eres muy joven e inocente, no puedes entenderlo. Quiero lo mejor para ti, siempre te voy a proteger. Pero tú eres mía, no voy a perderte nunca. Nadie te va a separar de mí, yo soy el único que te ama. Nadie más puede amarte como te amo yo, me perteneces. Tu vida, tu alma, tu voluntad, todo es mío. Nunca te irás de mí y si tengo que matarte para...

—¡Basura! —gritó Sarenne. Ni siquiera se molestó en cerrar el libro, simplemente lo tiró hacia atrás. Ni Luz eterna sabía como aguantó hasta llegar a ese punto. La tercera parte de la saga "Por amor" era más vomitiva de lo que pensó, pero ya con ese discurso se coronó como el pilar de la estupidez humana.

—¡Iiiitaaaaa....! —escuchó un grito detrás de ella, justo cuando tiró el libro.

—¡Oye! ¡Casi matas a Ita! —le gritó Marcio. El chico dejó unos libros a un lado y fue rápido a auxiliar a la pequeña.

—¡Lo siento! —dijo ella arrepentida. Marcio ya había llegado y le quitó el libro de encima. La pobre se veía algo asustada, pero él le acarició la cabeza y la sentó en su hombro—. Disculpa, Ita, no vi que estabas ahí.

—Ita, ita —decía con voz llorosa. Ni un carajo entendía de lo que hablaba, pero le dio pena verla así.

—Ese maldito libro, ¿ves lo que provoca?

—Ay si claro, échale la culpa al libro. Además, ¿quién te manda a leer la saga que tanto odias?

—Para saber si era tan asquerosa como pensaba, era una necesidad. En fin, no importa. ¿Te sientes mejor, Ita?

—Ita —contestó la pequeña y asintió.

—¿Qué fue todo ese ruido?— Sasha, el novio de Marcio, acababa de regresar del baño. Ese día estaba en su versión más masculina posible, que en realidad no lo era tanto, pero aún así lucía fabuloso. 

—Nada, que Sarenne casi decapita a Ita con un libro de romance tóxico y heterosexual, pero ya está todo bien —le explicó Marcio y Sasha asintió. Lo bueno era que ese día se iba a quedar toda la tarde para ayudar a Marcio a acomodar los libros nuevos, entre otros pendientes. Y como todas las tardes en las que tenía la compañía de la pareja, tenía que soportar la música de "Paula" de fondo. Al final de tanto escucharla le acabó gustando, o quizá solo se le pegó. Se sabía todas sus canciones, era su gusto culposo. Si Alistair se enteraba de eso le quitaba la membresía en su bar

—Uy, qué feo eso —comentó Sasha—. Y hablando de romances tóxicos, hay que ir a ordenar de una vez toda la sección juvenil o no acabaremos nunca, está hecha un desastre.

—Si, dame un rato que ya casi termino con la zona de clásicos —le dijo Marcio. A esa hora de la tarde, por suerte, no había mucha gente en la librería. Así que cuando escucharon la puerta principal abrirse, y segundos después el sonido de unas botas pisando el parqué con firmeza, los tres se quedaron a la expectativa para ver a la persona que acaba de entrar. La chica llegó pronto, en realidad iba directo a ellos. Sarenne sonrió, tiempo que no la veía.

—¡A los años! —dijo la bibliotecaria una vez la tuvo al frente.

—Hola, Sarenne —contestó Abish. No se veía muy relajada, pero al menos sonrió de lado, luego miró a los chicos que estaban a su lado—. Hola, Marcio. Hola, Sasha.

—Hola —la saludaron ambos a la vez. No era que la pareja se llevase mal con la cazadora, pero no estaban de acuerdo en cuanto a estilo. Ellos insistían en hacerle un cambio de imagen para dejarla fabulosa, ella los mandaba a volar. Y bueno, Sasha no perdía oportunidad para lanzar indirectas sobre depilación facial. Marcio también sugería una manicura. Y Abish les recordaba que ella estaba en ese mundo para patear traseros licántropos, no para pintarse las uñas de rosadito. Terrible todo.

Memorias de Xanardul: Las escogidas [#1]Where stories live. Discover now