14.- Guárdame un secreto

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Casi terminando la "Calle de la Amargura", ahí donde nadie quisiera llegar, estaba la "Esquina de la miseria"

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Casi terminando la "Calle de la Amargura", ahí donde nadie quisiera llegar, estaba la "Esquina de la miseria". En realidad ni la calle ni la esquina se llamaban así, pero Aurea les había cambiado el nombre hace años y así las llamaba en secreto.

La "Calle de la Amargura" quedaba en un barrio bastante peligroso y pestilente del sur de Etrica, en los suburbios. Y la "Esquina de la miseria" era una casucha de quinta que parecía estarse cayendo a pedazos. La puerta siempre estaba abierta y solo quienes conocían bien aquel lugar secreto se atrevían a entrar.

Llegar ahí después del entrenamiento en la academia ya había sido bastante peligroso. Una cosa era que tuviera inmunidad para ataques de vampiros, otra que no hubiera peligros que pudieran dañarla. Como ladrones, hordas de clase D, o brujas problemáticas. Aún así tenía que arriesgarse, no tenía opción. A Aurea le urgía cobrar su dinero pendiente, estaba corta de dinero y no iba a sobrevivir con los cincuenta soles que le regaló Kazimir.

Al cruzar por la "Calle de la Amargura" Aurea tuvo que aguantarse a un par de degenerados que la siguieron e intentaron tocarle el culo. A uno le dio un buen golpe con el puño directo en la cara, y al otro lo amenazó con hacer magia y dañarlo. Como el tipo parecía entender bastante poco de eso, simplemente se dio la vuelta y huyó dejando a su compañero herido. Después del pequeño incidente, la bruja llegó a la "Esquina de la miseria" y abrió la podrida puerta de madera.

El primer piso era un chiquero que algunos vagos usaban para dormir, incluso encontró a uno tirado por ahí en un colchón sucio. Ella siguió su camino hasta llegar a la escalera. Al fondo del pasillo había una puerta decente, y dentro se encontraba la desgraciada esa. Dio unos toques a la puerta esperando que abra, esperaba que aquello no demorara mucho.

Cuando la puerta se abrió, Aurea vio a Rea sentada en el mostrador donde ofrecía su mercancía. La vieja la miró con una sonrisa macabra, de esas que la asustaron cuando fue adolescente, pero que no la detuvieron cuando tuvo que negociar con ella la comisión por sus ventas. Rea Gungs era la reina de la venta de pócimas ilegales y demás objetos mágicos en el mercado negro de Etrica. Se sabía que fue una bruja mentalista expulsada de la escuela antes de la iniciación, desde entonces se dedicó al comercio ilegal. Había pasado mucho de eso y jamás nadie la había capturado, así que podía decir que la vieja bruja tuvo éxito en la vida.

—¡Aurea querida! Tantos años sin verte —dijo Rea con alegría fingida—. Pasa, muchacha, quiero verte de cerca. Te has puesto más bella, eh.

—Y tú cada vez más podrida —le contestó molesta. Aurea avanzó firme hacia ella, no le tenía miedo. Esa vieja zorra aprovechó que estuvo bastante tiempo con impedimento de salida en la escuela para reducir sus comisiones, y ahora además le había retrasado el pago por su producto estrella. Podían meterse con Paula, con su secreto de Asarlaí, con su dignidad incluso. Pero jamás con su dinero. Así que esa maldita Rea se iba a enterar porque era malo joderla a ella.

Memorias de Xanardul: Las escogidas [#1]Where stories live. Discover now