23.- Piezas de un juego

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—Vamos, no seas aburrida —insistió Nate

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—Vamos, no seas aburrida —insistió Nate. Ella, con el destornillador aun en mano, le devolvió una mirada llena de molestia.

—Que no.

—Dale, Abish. Nada te cuesta —decía con una sonrisa—. Solo es una noche.

—No, Nate, deja de estar jodiendo. No me pienso poner un maldito vestido. Es más, ni tengo —contestó ella e intentó concentrarse en lo suyo. Estaba en su taller de construcción terminando de reparar un arma que se había descompuesto, pero su amigo no hacía otra cosa que distraerla con estupideces.

—Ah, ¿entonces era eso? Ni te preocupes, yo mando a comprarlo. ¿Cómo te gustaría?

—No voy a ir como tu pareja a ninguna gala, Nate. ¿Cómo quieres que te lo diga?

—¿Y por qué no? Quiero una excusa convincente ahora mismo —insistió él, la seguía mirando con esa sonrisa encantadora que tenía, como si ella fuera a caer en su jueguito. Abish no entendía por qué de pronto a Nate se la había ocurrido esa locura, no tenía sentido.

—Esa noche tengo programado patrullaje —contestó seca e intentando acabar de una vez la reparación que tenía pendiente.

—Eso no es problema, hablo con tu padre y reprograma todo. Creo que no tienes excusa —dijo eso último con una voz cantarina. Por lo visto Nate no iba a rendirse, había ido hasta allá con intensas ganas de joder.

La gala benéfica a favor de la Academia de cazadores era en unos días, y ella ni se hubiera acordado si no fuera por Nate y su loca idea de hacerla su acompañante esa noche. Todos los años el gobernador de Etrica organizaba la gala, y a esta asistían las mejores familias de la provincia, empresarios y comerciantes. La idea era recolectar la mayor cantidad de dinero que sea posible para que así la Academia pueda comprar mejores armas, implementar sistemas de seguridad más eficientes en la ciudad, investigar, y mantenerse por sí misma. Era una fecha importante sin dudas. Aunque siempre recibían donaciones y su padre invertía en algunos negocios para que nunca les falte nada, era muy necesaria la ayuda de las familias ricas de Etrica. Y como todos los años, Abish no iba a ir.

Nunca nadie la obligó a eso, los cazadores no estaban obligados a presentarse. Todos sabían que ellos estaban dedicados a sus labores, no era necesario y nadie requería su presencia. Por supuesto, su padre tenía que estar ahí. A veces lo acompañaba su secretaria, o alguno de los líderes cazadores como Nigel. ¿Por qué iría ella entonces? Nate estaba loco si pensaba que iba a ceder a eso, era una tontería. Abish no tenía nada que hacer ahí. Jamás se había puesto un vestido, mucho menos uno de gala. Ella no estaba hecha para esas cosas, no era su estilo y ya, no se hacía problemas. Se suponía que eso Nate lo sabía bien.

—Vamos, Abish. Una vez en la vida no hace daño a nadie, hay que vivir la aventura.

—Lo que quiero saber es por qué tanta insistencia, ¿qué te traes? Desembucha de una vez —le preguntó cruzándose de brazos. Nate había pasado seguido por su taller esos días, siendo precisa, desde lo que pasó con Aurea. Le hacía bien su compañía, la ayudaba a relajarse y hablar de tonterías para evitar pensar en toda la presión que sentía desde que era escogida del Dán. 

Memorias de Xanardul: Las escogidas [#1]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang