55.- Gala

865 141 255
                                    

Aceleraba conforme esa sensación se hacía más intensa

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Aceleraba conforme esa sensación se hacía más intensa. Algo andaba mal, y no solo era un presentimiento, era una certeza. Zack sabía que algo le estaba pasando a Aurea, y por una razón inexplicable incluso conocía el camino que tenía que tomar para llegar a ella. Como si alguien lo estuviera guiado. O algo, mejor dicho. Porque él sabía quién era el responsable de todo eso.

En algún momento pensó que moriría arrollado por algún auto, que alguien tendría tiempo de frenar al ver esa motocicleta recorrer las calles a máxima velocidad. En realidad, ni siquiera él estaba seguro de lo que estaba haciendo. Había montado esos vehículos unas cuantas veces en su vida, lo suficiente para saber maniobrar. Temía un accidente fatal en medio de su misión. Si es que se podía llamar de esa manera a manejar como un desquiciado por las calles de Etrica en busca de una bruja problemática.

Fue justo al cruzar una esquina, no muy lejos de la Escuela de brujas, que reconoció su silueta. Corría como si estuviera huyendo. Ella también estaba vestida para la gala, pero apenas le dio tiempo apreciar su vestido, pues frenó tan pronto la vio. Aurea lo reconoció, y sin pensárselo más corrió hacia él. Se dio cuenta que no solo la estaba pasando mal, sino que había ocurrido algo muy grave. Zack podía sentirlo, y de seguro en ese momento Abish también. Pero ella estaba lejos, y solo él pudo llegar a salvarla de lo que sea que estuviera pasando.

Cuando Aurea estuvo cerca de él ni siquiera se detuvo a pensarlo. La abrazó, y ella hizo lo mismo. Se pegó contra su pecho, lloraba. Se quedó sin saber qué hacer. Por supuesto, no era ni la primera ni la última vez que veía a alguien llorar, pero en realidad nunca se había tomado el tiempo para servir de consuelo a alguien. Siempre fue pésimo para esas cosas, no tenía sensibilidad. O eso creyó, hasta que Aurea llegó a sus brazos y se abandonó a él mientras lloraba presa del dolor. Así que Zack solo la dejó hacerlo y, despacio, acarició sus cabellos esperando que eso la tranquilice. Cosa que no pasó.

—Zack, por favor, sácame de aquí —le pidió apresurada apenas pudo hablar.

—¿Qué está pasando? Vine apenas lo sentí. ¿Te han hecho daño? ¿Ha sido Petrus?

—¿Qué? ¡No! ¿Por qué nombras a ese animal justo ahora?

—¿Acaso no ha venido por ti? —Preguntó confundido.

—¿Por qué me dices eso? —Aurea empezó a secarse las lágrimas. Aún parecía temblar, pero al menos ya no lucía tan desesperada como cuando se encontraron.

—Liberaron a Candem hace unas horas. —Apenas dijo eso, la bruja contuvo el grito de sorpresa—. Las alarmas se encendieron, cuando los cazadores llegaron ya era tarde. Revisé las cámaras de seguridad, Abish también lo vio. Dijo que era Petrus, así que no debe estar muy lejos de aquí...

—¡Mierda! —Exclamó horrorizada, incluso se llevó las manos a la cabeza—. ¿Por qué justo hoy? ¿Es la noche de las desgracias o qué?

—Diría que se trata de una coincidencia, pero han estado sucediendo cosas extrañas las últimas dos noches. Y por lo que veo te pasó algo, ¿qué fue eso? —Preguntó rápido. Necesitaba saber la verdad, pues si había un peligro cerca lo mejor sería que se largaran de allí de una vez. Aurea parecía dudar si decirle o no, y eso empezó a inquietarlo.

Memorias de Xanardul: Las escogidas [#1]Where stories live. Discover now