49.- Viejos rencores

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No podía decir que era un día común, sobre todo porque él nunca aparecía por ese lugar

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No podía decir que era un día común, sobre todo porque él nunca aparecía por ese lugar. Y porque definitivamente un salón de la Casa de Gobierno no era el mejor lugar para ver a Aurea.

Fue Velimir quien le avisó por teléfono que la bruja había aparecido en su despacho, y él tuvo que postergar todos sus pendientes de la mañana para quedarse con ella. Ethel partió de inmediato hacia allá, y aunque por teléfono le pareció que su hermano estaba irritado con la visita inesperada, al entrar a ese salón privado los encontró muy contentos tomando el té.

—Pero qué rapidez —comentó asombrado su hermano apenas lo vio entrar—. Aurea, debes saber que siempre que le digo a Ethel que venga a verme a la Casa de Gobierno hace un terrible berrinche por tener que atravesar media ciudad, y finalmente llega horas después. Mira que Luz eterna hoy está hacendosa y me ha hecho un milagro.

—En ese caso sería Oscuridad perpetua la del milagro —le dijo Aurea siguiendo la broma. Y ambos rieron a la vez, solo les faltaba chocar las manos. Ethel giró los ojos. Eso ya era el colmo, su bruja y su hermano burlándose de él.

—¿Y bien? ¿De qué se trata todo esto? —Cortó las risas hablando fuerte, serio y firme. Pero a ninguno de los dos se les borró la sonrisa.

—Tranquilo, Ethel. Siéntate. Mira, Vel mandó a traer té, ¿no quieres un poco? —Le sonreía. Y no, en ese momento no se burlaba de él. Esos ojos lo adoraban, esa sonrisa le encantaba. No podía enojarse con ella, no cuando lo único que deseaba era devorar su boca.

Así que le obedeció, porque en verdad no estaba allí para amargarse la vida. Fue solo por ella. Caminó hasta sentarse justo frente a Aurea, y aunque no le apetecía, igual le pidió a la tetera que le sirviera un poco en la taza que le correspondía.

—¿Mejor? —Preguntó Velimir, él no respondió nada, solo siguió bebiendo su té—. Entonces ya estamos los dos aquí, Aurea no quería empezar hasta que llegaras. Dinos, muchacha. ¿Cuáles son las novedades?

—Si. —La bruja dejó su taza de té a un lado. Se acomodó en su asiento, y luego de unos segundos dio un hondo suspiro. Eso no le daba mucha confianza—. El tema es que ya se acerca mi iniciación, tuve una reunión con la líder de mi aquelarre, y vengo a informar que las Fiurt no aceptarán la propuesta de los Seymur para apadrinarme.

—Ohh...—Murmuró Velimir. Él apenas estaba asimilando la noticia—. ¿Eso significa que ya no podré llevarte de compras?

—Me temo que no.

—Una lástima —agregó su hermanó mientras negaba con la cabeza y daba un sorbo a su té—. Tenía planificada una prueba de vestuario para la gala, te iba a encantar.

—A ver, Aurea acaba de decir que esos miserables Nyruth en complicidad con las Fiurt nos arruinaron los planes, ¿y solo te interesa la ropa?

Ethel sonó bastante irritado en ese momento. Dejó la taza a un lado con molestia, incluso algo de su contenido se derramó en el piso. ¿Pero qué clase de noticia era esa? ¿Entregar a Aurea a los Nayruth? Oh no, eso no iba a pasar por nada del mundo.

Memorias de Xanardul: Las escogidas [#1]Where stories live. Discover now