60.- Fin del ciclo

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Moriría tarde a temprano, de eso no le quedaban dudas

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Moriría tarde a temprano, de eso no le quedaban dudas. Cada segundo de vida que pasaba, Sybil pensaba que sería el último. No era pesimismo, era una certeza. No iban a ganar, no podrían. Por eso lo único que le quedaba era lucha con todas sus fuerzas e intentar causarle algún daño siquiera.

Cuando Nevell se arrojó sobre ellas, atacó primero a América. No fue en realidad un ataque con intención de matarla, ¿acaso sería capaz de asesinar a la bruja que marcó? Tal vez sí, pero no en ese momento. Estaba allí para darle una lección. Y América ya había sido bastante valiente cuando disparó por primera vez, ¿cuántas marcadas podían decir que atacaron a su agresor? Contadas, algunas morían sin intentar revelarse. Ella sabía bien cuánto había luchado su prometida para superar años de abusos, y todo eso se vio reflejado en la primera bala.

Todo eso se quebró en cuanto Nevell la alcanzó. La tomó de los brazos, la derribó al piso. Le quitó el arma y la partió en dos, arrojándola a un lado. Sybil vio cómo en segundos aquel miserable hizo lo que mejor sabía hacer. Doblegar a su víctima, derribar su fortaleza, hundirla en la miseria. Fue testigo de eso, porque en cuanto América tuvo a Nevell sobre ella, empezó el llanto. Y este, enardecido por el sufrimiento de la bruja, lamió su mejilla en un asqueroso gesto de posesión. Eso Sybil no pudo soportarlo.

Concentró su fuego en él y le encendió el cabello, luego la espalda. Eso no sería suficiente para matarlo, pero sí que lo fastidiaría y lo haría a soltar a América. Así que, mientras Nevell intentaba apagar el fuego de su cuerpo, América se arrastró asustada a un lado, huía del monstruo. Quiso encenderlo otra vez, ya había liberado a América. Solo tenía que concentrarse un poco, calentar su interior, torturarlo con ese calor y hacer que una parte de él explotase. Con lo enojada que estaba eso podía ser posible. Pero tampoco fue fácil.

Antes de que pudiera prenderle fuego otra vez, él se movió. En un instante estaba en un lugar, luego en otro, y cada vez más cerca. Podía ir más rápido, eso era un hecho, pero el primer ataque de Sybil aún le afectaba. Y la bala también, pues ella había notado que su herida seguía sangrando. Pero la rapidez con la que se movía era suficiente para desorientarla y no permitirle ejecutar un ataque decente.

Sybil hizo un último intento de quemarlo, pero antes de que pudiera hacerlo, ya estaba sobre ella. Casi pierde el control de sí misma cuando vio ese rostro monstruoso tan cerca, esos ojos enloquecidos y los colmillos enormes a punto de clavarse en su cuello. El pánico estuvo a punto de apoderarse de ella, pero aprovechó esos segundos en que Nevell estuvo quieto para poder quemarle el rostro. Él estaba ocupado intentando apagar el fuego, y ella aprovechó para escabullirse en busca de América.

Corrió hasta ella y la ayudó a ponerse de pie. Nevell seguía ocupado, y aunque América lloraba por lo bajo, fue capaz de levantar despacio una mano y controlar el fuego encendido sobre el vampiro. Lo extendió a todo su cuerpo, y Sybil lo hizo más intenso. Al menos de momento lo habían neutralizado, y aun así no era suficiente. Tenían que renovar el fuego constantemente, pues el desgraciado se seguía moviendo e intentaba alcanzarlas.

Memorias de Xanardul: Las escogidas [#1]Where stories live. Discover now