Mireia.

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Miro hacia un lado como siempre que intento concentrarme. Mmm... Nada, que no me inspiro. No quiero estar aquí, entre bambalinas. Quiero irme fuera a bailar. No entiendo por qué me tengo que quedar aquí. Claro, cómo soy la pequeña... ¡Cómo si con tres años y medio no fuera ya mayor! No es justo. Nada justo!

La canción acaba y escucho los vitoreos de la gente. Suenan unos acordes nuevos que conozco a la perfección. Esta canción me encanta. Cambio mi puchero por una sonrisa enorme y acompaño la melodía con la cabeza. Muevo mis pies, al ritmo de la canción. Mis piernas se balancean. Primero una. Después la otra. Miro hacia abajo. Los pies no me llegan al suelo pero los zapatos nuevos brillan, reflejan las luces de los focos. Y me gusta, me gusta que brillen.

La punta del lápiz amarillo se rompe nada más tocar el papel. A ver... La intento colocar donde estaba pero se cae. Joe... ¿Y ahora qué hago? Mi índice vuela, instintivo, a mi ceja derecha. La rasco. ¡Tengo una idea! Las fans. Voy a dibujar a los fans.

Me giro. El tío Nil sigue hablando con la abuela. Bien. Por detrás todo controlado. Busco a mamá con la mirada... No está.
Dejo caer el lápiz amarillo al suelo.

—Se cayó —La abuela mira y me sonríe. El tío Nil se acerca y me baja del taburete. Me arrodillo bajo la mesa superrápido. No me han visto. Ellos siguen hablando y yo aprovecho para ir a gatas hasta la cortina negra que da paso al escenario.

La música es cada vez más fuerte. Sigo avanzando hasta que el amplificador de la derecha se queda a mi lado. Falta tan poco para que pueda ver a los fans... Me duelen los oídos pero da igual. Me pongo de pie pero el ampli me tapa las vistas. Oh, oh... Gloria me ha visto pero tiene que seguir tocando la batería así que no viene hacia mí. Le saco la lengua y termina por sonreírme. Me pongo a bailar. La música sube por mis pies y me pone en movimiento. Salto como una loca. Anda mira... Si salto veo al público. Las luces están tan motivadas como yo. Mis rizos oscuros y largos se mueven al compás de mis saltos. Soy una estrella del rock.

— ¿Lucecita? —Me giro. Nil y la abuela me buscan. No me han visto. No me llaman por mi nombre, así que puede que aún no estén enfadados.

El último acorde sale de la guitarra de papá, que con un salto deja la pasarela y vuelve corriendo al escenario. Ahora. Aprovecho que papá habla para sentarme delante del ampli. Casi nadie se ha dado cuenta. Miro al público y saludo a mi hermano, que me mira desconcertado. Le saco la lengua. Está sentado en una silla de plástico al lado de mi hermana mayor. Entre el escenario y las vallas. Lleva toda la tarde recordándome que él podrá ver el concierto desde un lugar súper especial y que yo estoy castigada. La mancha de pintura roja que hay en el piano de cola del salón es la causante de todo esto. Quién me mandaría a mi tunear el piano...
Mi hermano: que sólo tiene un año más que yo y se cree súper guay también me saca la lengua. Anda pues mira. Te he ganado. Yo tengo vista vip y tú no.

Veo como tira de la manga de la camisa de mi hermana mayor... me ha visto. Bueno, no pasa nada. Mientras mamá no me pille.

— ¡Mireia!

Seré bocazas...

Mamá aparece detrás de mí, junto a la cortina negra que da pie al escenario, se agacha todo lo que su gran barriga le permite. Dicen que el bebé está cada vez más grande. Aunque yo aún no he visto ningún bebé... No sé si está enfadada pero me sonríe.

—Ven... Ven... —niego con la cabeza y frunce el ceño.

Cuando creo que he ganado la partida y voy a poder ver el concierto en primicia, unos brazos me giran y me levantan por las axilas. Los ojos negros de papá se quedan frente a los míos.

—A ver... ¿A quién tenemos por aquí? —El público se vuelve loco grita y ríe y me siento una superestrella.

—Es que... volía dibuixar als fans i a les fans... —Mi vocecita de bebé le hace sonreír y me devuelve la jugada poniéndola él también.

—Pots dibuixar-los si em promets que t'estaràs queta i no ens molestaràs molt. ¿Ho faràs veritat que sí, Mireia?

—Sí.

—Anda, ves i pregunta-li-ho a la mamá.

Papá me deja en el suelo y camino dónde está mamá. Mamá me abraza, dice que la he asustado un montón. Me pongo triste y le pido perdón. Le prometo que el sábado que viene, cuando ella cante en el Teatro Real, me portaré bien y no saldré al escenario. Me besa la frente y me quedo a su lado varias canciones más; pero después, cuando sale el tío Nil a cantar con papá, me deja sentarme al lado del ampli y ponerme a dibujar las miles de luces que iluminan El Palau a pesar de ser de noche. Es un poco raro pero me siento orgullosa. No importa los años que pasen ni las cosas que ocurran; a papá le siguen las luces allá dónde va.



Hola a todos!!!! Somos ya más de 4000 lecturas y yo estoy flipando. Tengo un montón de ideas para seguir con el fic. No os preocupéis por eso, aún le queda una larga vida por delante. EL problema es que no tengo internet hasta el 13 de agosto. Entonces no podré actualizar.

Buah, sois concientes de que quedan sólo tres días para el Share????? Madre mía. Ayer me enteré que "Lo que te puedo dar" va a estar en el 1016iscommingtour y casi lloro. Que ilusión.

Un beso a todos. Este capítulo es más cortito. Lo acabo de improvisar a la velocidad de la luz porque me sabía fatal teneros tantos días en ascuas. Total, que me enrollo... Que muchas gracias a todos por esto. Un beso y que os sigan las luces.

Petit InfinitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora