Teléfono.

2.5K 117 30
                                    


AMAIA:

Soplo. Soplo con tanta fuerza que me duelen las mejillas. Mi cara se parece a la de una ardilla con los mofletes llenos de nueces, pero en su lugar, de aire. Pero en qué estás pensando Amaia... Me entra la risa floja de mi propio chiste.

—Oye, que yo no puedo —bajo la cabeza, derrotada. Me entran ganas hasta de llorar. ¿Peero que te pasa Amaia? Al final me resigno. — Esto no es lo mío.

Mi amiga Nerea se me acerca riendo. Yo no le veo la gracia. Mis mejillas arden, posiblemente consecuencia de las tres rondas de chupitos que nos acabamos de meter entre pecho y espalda a antes de irnos a bañar.

—Amaia, que es solo un balón hinchable. Tampoco es para tanto.

—Anda, pues hazlo tú si es tan fácil.

Nerea me levanta las cejas y me quita el balón sarnoso de las manos. Uno y dos. Le cuesta solo dos soplidos inflar el maldito balón.

—¿Pero... cómo?

Mi cara se desencaja. Nerea se ríe.

—Es que hay que morder el tapón mientras se hincha, sino el aire no entra. Mira que no saber inflar un balón...

Claro, todo tiene sentido ya.

—Oye, que eso no vale. Es trampa. —me apresuro a decir. Pero Nerea ya ha salido a la terraza y se ha lanzado de cabeza a la piscina con un una elegancia propia de ella e impropia de mí. Pero el agua tiene pinta de estar tan fresquita y yo tengo tanto calor que a pesar de eso la imito.

El agua me sienta fenomenal. Solo falta Luis por echarse a la piscina pero eso de mojarse no le va mucho. Él prefiere echarse en una de las hamacas al bode de la piscina, servir los chupitos y cotillear sus redes sociales. Igual que tú, Amaia. Igual que tú. Me río de mi propio chiste y trazo un plan infalible para echarlo al agua. Creo que mi plan tiene bastantes lagunas i que no hemos disimulado demasiado bien pues en el mismo momento en que Amaya y yo salimos de la piscina por la derecha, Luis se levanta cogiendo la botella de Ginebra y la utiliza como escudo contra nosotras.

—No os acerquéis, que llevo la botella. —pero Itxaso ya ha salido de la piscina por la izquierda y en un abrir y cerrar de ojos lo hemos rodeado. Caminamos hacia él, que da pasos hacia atrás hasta llegar al borde de la piscina. Si tan solo se girara un poquito podríamos empujarle pero no lo hace así que se crea un momento de tensión. O se tira o lo tiramos. "Cabronas", suelta antes de dejar el alcohol en el suelo. Sin embargo Nerea se impacienta así que da un salto, lo coge del borde del bañador y tira de él hacia dentro.

Amaya, Itxaso y yo nos miramos y al grito de "bomba va" nos tiramos a la piscina. Agradezco haber venido. Fiestas del pueblo siempre ha significado salir, beber y el rollo de siempre pero ahora... Después de Operación Triunfo no puede ser lo mismo. Y no por la gente, que en general se porta muy bien, sino porque salir de fiesta con mis amigos manteniendo el filtro de lo que es aceptable y lo que no para el resto del mundo que no seamos nosotros me incomoda.

Con mis amigos no pasa nada si me emborracho. Absolutamente nada. Yo controlo. Sé cuándo parar de beber, ir a por agua y empezar a hacer pis cada dos por tres. Y la verdad es que me siento orgullosa de ello. Sin embargo, lo que no controlo son mis impulsos. No mentía cuando dije que de fiesta enseñaba las tetas. Un poco de alcohol y me desinhibía. Si de normal ya decían que no tenía filtros... de fiesta era brutal. De momento mejor controlar el dónde, el cuándo y con quién podía hacer eso y cuando no.

Por eso cuando Itxaso me dijo que para estas fiestas teníamos la caseta de sus tíos solo para nosotros todo el fin de semana, me emocioné un montón. Así que cuando llegamos los diez de siempre "Amaia sin filtros" apareció entre gotas de agua, chupitos de alcohol y risas, muchas risas.

Petit InfinitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora