Pronto es ahora.

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ALFRED:

Me deslizo entre los pliegues de sus paredes, salgo de ella y me dejo caer encima de su cuerpo. Mi cabeza se apoya sobre su pecho y oigo el latir de su corazón en mi oreja. Fuerte y acelerado. Noto cómo lleva una mano a mi cabeza y enreda los dedos en mi pelo. Me masajea el cuero cabelludo y se me escapa un gemido. Abro los ojos y fijo mi mirada en el lunar que adorna su pecho derecho. La mano de Amaia viaja a mi nuca. Estoy sudado, bueno, lo estamos los dos. Nuestros cuerpos están recubiertos por una fina capa de sudor, olemos a sexo y los rizos se me pegan a la frente.

El latir del corazón de Amaia se vuelve menos frenético, más tranquilo. Estiro mi mano, cojo el borde del nórdico anaranjado y nos cubro con él.

Suspira, suspiro.

Calma, tranquilidad.

Sus ojos se cierran pero su mano no se detiene y sigue acariciándome, consciente quizás de lo inquieto que estoy. Nervioso más bien. Expectante.

Sé que no hemos invertido la mayor parte de nuestro tiempo de siesta en descansar precisamente. También sé que, conociéndonos, a las siete deberíamos levantarnos si queremos estar en mi casa a la hora de cenar.

— ¿Cuánto tiempo crees que podemos estar así? —susurro contra su cuerpo.

Su respiración es cada vez más pesada y está a punto de dormirse. Puede que sea por eso por lo que me contesta en voz baja:

— Yo podría estar acariciándote el cuello toda mi vida.

Levanto la cabeza y me pongo a su altura. Amaia abre los ojos, nuestras narices se rozan un momento y nos quedamos mirándonos hasta que le doy un beso de esquimal. Amaia se relame los labios, dejándolos entreabiertos. Sus ojos se dirigen a mi boca y no lo puedo evitar:

— Me encanta cómo me miras cuando estás a punto de besarme.

Ella rueda los ojos y pone distancia entre nosotros, le pongo morritos y cuando creo que va a besarme sus dientes se cierran sobre mi labio inferior y tira de él.

— Eso no vale, yo quiero beso — y mi voz de bebé es suficiente para que pose suavemente sus labios en los míos. —Un beso. Es un beso.

Amaia ríe y yo aparto al Alfred bebé y me pongo serio mirándola. Mis manos acarician sus piernas y viajan hasta sus costillas; entonces inclino la cabeza y no puedo evitar sonreír antes de mover mis dedos sobre ella.

Cosquillas.

La risa de Amaia retumba por la habitación. Patalea e intenta moverse pero el peso de mi cuerpo se lo impide. No pasan más de tres segundos hasta que me detengo —más por consideración a los vecinos de Amaia que a ella misma— y vuelve la calma pero la risa ha sido suficiente para volver a acelerar su corazón, cuyo latir retumba de nuevo bajo mi oído derecho.

"Pum, pum" "Pum, pum"

—Eres un bebé.

—Mhumm —susurra medio dormida.

—Bebote...

El gusanillo de mi tripa me impide dejarla dormir. Y me sabe más mal... Pero es que no puedo evitarlo. Estoy histérico.

Levanto la vista y me encuentro con la de Amaia. Me hace un gesto con el dedo para que me ponga a su altura, así que me echo a su lado y nos quedamos frente con frente bajo el calor del edredón. Amaia es capaz de leerme; lo sé yo, lo sabe ella y lo sabe media España. Así que se limita a mirarme, dándome tiempo.

—Decepcionar. —Amaia frunce el ceño. Va a necesitar más que eso para entenderme, así que cojo aire y me abro en canal —#1016ishere lleva siendo TT desde ayer y a pesar de que no hemos quedado con todos hasta esta noche, no puedo evitar estar raro.

—Ay Alfred...

— Soy consciente de las expectativas que hay con el disco, la gira me mostró el feedback y una parte de mí, y no sé cómo de grande es esa parte... tiene miedo a decepcionar. —suspiro hondo —Esto es tan importante para mí... He arriesgado tanto que si no sale bien... Las canciones son de quién las canta y la música de quien la comparte y todo lo mío es de ellas y ellos. Sin fans no hay artista, Amaia.

Se me quiebra la voz, Amaia me acaricia la mejilla, recogiendo la lágrima que se ha atrevido a escapar.

—Pero sin artista tampoco hay fans, Alfred. Y tú eres tan artista... —Amaia me sonríe — La gente te admira, no sólo por tu música que también, sino por lo que consigues con ella y por cómo tu eres. Tú ya has sido artista sin fans. Y tú más que nadie sabes que con trabajo, constancia y dedicación se llega dónde estás. Y esta noche cuando salga 1016 va a ser un éxito. Un triunfo. Independientemente de los números, las cifras no importan, dan igual. Será un éxito porque tú estarás orgulloso de tu trabajo y eso es lo más importante, Alfred.

—¿Y tú?

—Yo ya lo estoy.

La sonrisa de Amaia me ilumina. Me acuna la cara con las manos y nos fundimos en un beso salado y un abrazo eterno.

El tiempo pasa y cuando menos me doy cuenta nos encontramos en el salón de mi casa. Están mis padres, está Amaia, están Marta y David y está la banda y Nil.

23:55

Basta un aviso de mi madre para que nos reunamos todos en el salón, sentados en círculo.

23:56

Marta y David se pelean por el puf, termina ganando ella y él se sienta en el suelo.

23:57

Nil tropieza con una de las cajas del CanPizza que adornan el suelo del salón echando el yogur que comía por el suelo pero ni nos inmutamos.

23:58

Conseguimos sentarnos todos y pongo el móvil en medio, en la alfombra.

23:59

Amaia me aprieta la mano. Mi padre enciende la cámara.

00:00.

1016 nace.

Pronto es ahora.

Nosotros brindamos y entonces... la vorágine de notificaciones nos alcanza.






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