CAPITULO 1

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Canción: Sorry - Madonna

Las fiestas nunca han sido mi fuerte, y menos las que organiza mi familia, y es que las fiestas en mi familia no son normales, no hasta que mi padre, se lanzó a la política, antes éramos una familia no tan nombrada en Venecia, pero ahora nuestro apellido se escucha por toda Venecia, el apellido De Santis es ahora el que está en vista de varios venecianos, mi padre es candidato a alcalde y el favorito, siempre que me presento en esas fiestas, lo hago bajo mi segundo apellido Williams el de mi madre, porque todos intentan darme un trato especial al escuchar el apellido de mi padre, él es italiano y mi madre es Norteaméricana, soy más como mamá y es lo que agradezco, ella me comprende, en cambio papá, papá me ve de una forma diferente, me ve como su princesa, y el no comprende esa parte, la parte de que yo no soy una niña.

Por esa razón es que ha organizado una estúpida cena que será dentro de cinco días, y como sus hijas siempre deben resaltar y ser como las princesitas perfectas delante de todos debo hacer el papel de chica buena delate de él, porque en realidad no lo soy, me considero extrovertida, divertida, y aventurera me gusta el riesgo y vivir mi juventud, no me voy aburrir con sus estúpidos consejos y modales de comportarme como una estirada delante de todos, porque no soy ese tipo de chica.

Miro a mi hermana Dalila que esta emocionada por la fiesta, Dalila es menor que yo por tres años yo tengo veintitrés, ella veinte, y es la que más se entusiasma con ese tipo de cosas, cree que conseguirá al hombre de sus sueños, yo lo dudo, mi padre siempre invita hombres maduros, y eso nos reduce a ancianos, hombres de setenta, y otros que ni respirar por su cuenta pueden, octogenarios a punto de dejarle la herencia a su esposa cuarenta años más joven que ellos.

Ato mi cabello rubio en una media cola mientras cae en ondas por mis hombros, aplico un poco de rímel en mis pestañas, y me acomodo ms habituales converse rojas, Dalila las citica todo el tiempo, dice que con mi esbelta figura podría lucir más linda y sexy, a mi me da igual como me vean, es mi estilo y nadie me lo hará cambiar.

- ¡Alessandra vamos retardadas! – grita Dalila, mientras me aplico el lipstik en mis labios, inmediatamente ruedo los ojos, tomo mi bolso de mano, una gafas de sol y las llaves de mi Porsche de los años setenta.

Salgo de la mansión y veo a Dalila frunciendo el ceño, apoyada en mi auto y dando una queja de asco. Odia subirse a el, dice que es anticuado, a mí me parece la cosa más bella del mundo.

- Deja el malhumor – me dirijo a mi hermana mientras esta rodea el auto y sube a la parte del copiloto.

- Solo prende este cacharro para ir a tiempo a una tienda de diseñador.

Suspiro, me meto al auto y giro al llave para encenderlo, mi bebe ruge y dirijo mi mano al estéreo para colocar Sorry de Madonna, mi canción favorita, me meneo al ritmo de la canción mientras conduzco por la carretera directo al centro comercial más cercano de allí.

Aparco en el estacionamiento, y Dalila sale disparada al interior de este. Parece una chica de dieciséis, me equivoco una chica dieciséis sería más madura. Sigo a mi hermana y la veo tomando cuanto vestido llamativo de la tienda ve, mientras yo me siento en un sillón que hay disponible en la tienda, me quito las gafas de sol, me apoyo en mi rodillas y simplemente la observo, parece una lunática por las compras.

- ¡Hey! ¿Qué opinas tetas afuera o tetas adentro? – me muestra dos vestidos color rojo.

- Sea lo que diga, no tomaras mi opinión en cuenta así que da igual – me encojo de hombros porque sé cómo es, una completa necia.

- Puede que mi hombre de ensueño este en esa fiesta.

Me rio con sus comentario.

- ¿El señor Barone? Oh si es un perfecto candidato, millonario, con un viñedo, ojos claros, ah y no olvidemos su edad, setenta.

Deseo ItalianoWhere stories live. Discover now