CAPITULO 3

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Canción: Girl gona wild -  Madonna

La poca dignidad que conservaba se había ido en ese instante al carajo, estaba al frente del hombre que cerca de una semana pase en descifrar su nombre, en conocer más acerca de él, el que de alguna forma me dejaba estática sólo con el sonido de su voz, estaba roja como un tomate de la vergüenza y como si fuera poco mi padre estaba afuera, echando humo de seguro por mi escapada.

- Debo irme - entonces recuerdo que aún no se su nombre, no me lo ha dicho y mi cara no lo oculta, quiero la respuesta a la única pregunta que ha rondado en mi cabeza en la última semana, con la mayor determinación, tomo un poco de aire y lo hago-. Aún no me dice su nombre.

Él se queda mirándome fijamente con esos ojos azules tan electrizantes que me hacen quedar estatica y justo ahora me siento como una adolescente y me odio por ello.

- Giorgio Bonatti - dice con total seguridad y con la determinación, elegancia y seguridad,que lo caracterizan saca las llaves de nuevo de su bolsillo, pasa sus manos por su traje y se lo acomoda-. ¿Desea que la acompañe a la salida?

- No - digo tajante, si le digo que si y si mi padre lo ve, será peor, porque si es un amigo, un socio o lo que sea que este relacionado, me replicara el haber hecho semejante estupidez.

- Como quiera -  dice de manera fría y desinteresada, abre la puerta de su oficina y me permite salir de allí. Salgo lo más rápido de allí,acelerando mi paso.

Entonces mientras me abro entre la multitud y el mar de gente escucho que grita mi nombre.

- ¡Alessandra! piensa en lo que te dije - vuelve a sonreír,sus ojos dan un brillo diferente.

¿Qué quiere que piense? ¿Placer? ¿Acaso me está ofreciendo placer a su lado? ¿Porque un hombre desconocido como él me está haciendo ese tipo de propuestas?

Sigo mi camino evadiendo a la gente, doy un leve vistazo a la barra y veo a Leo que me mira con incredulidad, hace la seña de que marca en un teléfono imaginario. Me testeara una vez llegue a casa claro si para ese entonces aún estoy viva.

Salgo del bar y me encuentro con Adriano está apoyado a un lado del auto de mi padre.

- El señor Lorenzo está dentro del auto - señala la puerta y me la abre para que pueda subir. Trago saliva y entro en el. Fijo mi vista en mi padre, esta cabreadisimo.

- Yo.. - murmuro y detiene mis palabras con su mano, haciendo que me calle la boca.

El recorrido a la mansión es más largo de lo habitual, y la reacción que vaya a tener mi padre me asusta.

Una vez estamos adentro de la casa, me pide que pase a su despacho, lo sigo como si fuera un perro asustado.

Pide que me siente en la silla que tiene enfrente, y fija sus ojos ambarinos en mi.

- ¡¿Qué clase se estupidez es la que has hecho hoy?! - su grito hace que retroceda en esa pequeña silla-. ¿Que clase actitud estas tomando Alessandra?

- Sólo quería..

- ¿Divertirte? ¿Sola en un bar? ¿En qué momento mi hija se transformó en una.. libertina?

Sus palabras me desencasillan, me sacan de contexto y me hierve la sangre, de que se este expresando de esa manera conmigo sólo por que me ha pillado irme de noche.

- ¿No te has puesto a pensar en el porque lo hago? No tengo ninguna amiga, no puedo salir de esta casa, no puedo hacer lo que quiero como una persona normal, no puedo disfrutar el irme a sentar en una parque y leer un libro o algo por el estilo, y menos entablar una conversación contigo.

Deseo ItalianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora