CAPITULO 4

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Canción:ET - Katy Perry

- ¿Tres reglas? - levanto una ceja mientras él aún me tiene aprisionada con el peso de su cuerpo.

- Lo hablaremos en mi oficina - Me suelta y se acomoda su perfecto traje negro, que está acompañado por un corbatín.

Lo sigo hasta su oficina, abre la puerta y coloca pasador, se acerca hasta un pequeño mini bar que está situado en la parte trasera de esta.

- ¿Gustas tomar algo? - Me dice mientras saca una botella de allí acompañada de un vaso.

- No, estoy bien así.

- De acuerdo, toma asiento - señala la silla que está a un lado de la mesa-. Te diré las reglas, las que debes cumplir, las que no puedes romper.

En ese instante pienso que estoy tratando con un hombre que le gusta llevar el control en todo, toda mi vida he vivido bajo reglas y ahora él también me las imponía.

- ¿Esto hace parte de vivir mi vida de manera libre? ¿Y colocas reglas?

Giorgio da un leve sorbo a su bebida y se relame los labios.

- Colocó reglas para evitar problemas, y para el beneficio de ambos.

- ¿Y qué beneficio tendría yo?

- Uno muy bueno - Su sonrisa se ensancha aún más.

- Dime las reglas.

- Muy bien. En mi mundo me manejo así, reglas, condiciones y beneficios. Las cumples y no habrá inconveniente alguno.
Número uno y la más importante, no puedes enamorarte de mí, el amor no está dentro de lo que te ofrezco. Número dos, no dirás nada o revelaras nada de lo que veas, y espero ser claro en ese sentido. Número tres no esperes a que pase más de un noche contigo. Así de sencillas son ¿Qué dices?

- ¿Sólo me ofreces estar una noche contigo? Esas reglas son muy complicadas ¿Qué clase de mujer aceptaría eso? ¿Y porque se conformaría con ello?

- Por que obtienen lo que quieren, lo que desean, porque se someten al placer que les puedo ofrecer y el que pueden alcanzar. Y desde luego yo también.

- ¿Y qué si quiero más? Si no me conformo con eso.

- Entonces no puedes acceder a lo que te ofrezco - vuelve a tomar un sorbo de su bebida, rodea la mesa y se acerca hasta donde estoy, de modo que ahora estamos frente a frente.

- No lo sé - murmuro.

- Cumple esas tres sencillas reglas Alessandra - susurra tan cercano a mi oído que eriza cada vello de mi piel-. Cúmplelas y tendrás lo que quieres de mí, lo que ambos queremos - una sonrisa se dibuja en su rostro una tan atrayente, y tan excitante, una llena de deseo.

Y eso era lo que me sucedía deseaba a Giorgio Bonatti, lo deseaba con todo mi ser. Pero me negaba a aceptar tal barbaridad.

- No creas que no me doy cuenta, lo que provoco en tu cuerpo con tan sólo tenerme cerca - su respiración me quema el cuello-. Sé cómo tu cuerpo reacciona y se convulsiona con tan sólo mi presencia - Su pulgar baja por mi espina dorsal y me produce una chispa de adrenalina. La misma jodida sensación de hace unos minutos-. ¿Te gusta? - Me pega fuerte a su pecho y sonríe mientras me devora con la mirada.

Deseo ItalianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora