CAPITULO 28 " Mi hermosa sombrilla"

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- ¿Me amas? - pregunte con una sonrisa de oreja a oreja, su rostro de inmediato se sonrojo

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- ¿Me amas? - pregunte con una sonrisa de oreja a oreja, su rostro de inmediato se sonrojo.

-Si, demasiado - reconoció avergonzada - Que intensa, lo se.

-No, no eres intensa, yo también te amo- reconocí y sus hermosos ojos brillaron.

- ¿De verdad? - ¿cómo podía aún dudarlo? A veces era tan tierna que olvidaba la diferencia de edad, su inteligencia y experiencia, a veces solo éramos una pareja común y corriente, sonreí y deposité otro tierno beso en sus labios.

-Debo volver a casa, mi padre si es intenso y ya lo despertaste... - ella sonrió con un aire de tristeza. - ¿Te puedo ver mañana? - pregunte con esperanza.

-Claro que si mi amor. - Volví a besarla. - paso por ti a la escuela.

-Si, buenas noches... mi amor. - susurre aun en sus brazos.

Que ella pasara por mí a la escuela se había vuelto una rutina, comer juntas y hablar por horas antes de dormir, juntarnos los fines de semana en la casa de la playa, jugar en la arena, bañarnos y amarnos fueron nuestros días por más de dos meses. La comunicación había sido el primer tema a solucionar, quedamos en contarnos todo sin importar lo tonto que fuera, me parecía mentira que Rebeca escuchará y riera de los dramas de Dana, opinará de los extraños comportamientos de Franco y me contará sobre sus problemas familiares, su padre y hermano eran un par de machistas y egoístas. Entre más la conocía, más la amaba, aprendí a cocinar y ella a disimular mientras comía mi comida, ahora incluso amaba los días grises y lluviosos, porque ese día sin planes ni restricciones aparecía, decía que no me quería imaginar triste así que venía a mí con chocolates y flores. Tenía una copia de las llaves de su casa, a veces iba y nadaba mientras ella trabajaba, le dejaba algún postre, alguna nota o simplemente dejaba un poco de mi perfume en su almohada, eso le encantaba.

Tenía una nueva terapeuta se llamaba Eva, era una mujer más joven que Rebeca, con un estilo más relajado, incluso me había atrevido a hablarle de Rebeca, me era más fácil confesarme y abrirme con alguien que no me gustara. Mi padre ahora era un hombre diferente, más apasionado y comprometido con su trabajó, sus ingresos se habían duplicado en dos meses, las revistas, los periódicos y la radio no paraban de mencionarlo, para ellos este año había sido su regresó, aunque en realidad mi padre jamás había dejado de trabajar, simplemente se conformaba con inversiones y contratos de poco riesgo para poder criarme. Ahora que yo era una adolescente estable y feliz él se sentía más seguro para desatar la bestia laboral que era. Mi padre llegaba hoy por la tarde de su viaje relámpago, había estado dos días fuera de la ciudad, lo extrañaba, pero había sido una luna de miel para Rebeca y para mi, aunque me había obligado asistir a clases y ella a trabajar, me llevaba y pasaba por mí a la escuela, comíamos juntas, hacíamos el amor y la esperaba en casa a que volviera del trabajo, hacíamos juntas la cena, luego veíamos películas, hablábamos hasta la madrugada, y volvíamos a hacer el amor... su empleada doméstica era todo un tema, Rebeca se había cansado de mover los horarios para evitar encontrarnos, me presento como su sobrina, pero yo estaba segura de que nos había visto un par de veces en la piscina demasiado cerca, y aunque no fuera así, al menos de que estuviera sorda era imposible que no escuchara a mi "tía" cuando se encerraba conmigo en la habitación, Rebeca se contenía, pero era demasiado ruidosa, cosa que para ser sincera me encantaba, aun con todo eso éramos positivas y frente a ella pretendíamos mantener la farsa.

PETRICORWhere stories live. Discover now