CAPITULO 54 -visita inesperada parte 2

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Cuando vi a Guz bajar por las escaleras supe que Asia por fin se había dormido y mi alma descanso.

- Dónde está el señor Echeverri - preguntó con sequedad.

-Bebiendo en su oficina. - ella se encaminó al despachó, pero la detuve. - No, no es el momento niña.

-Necesito hablar con él.

Ya te dije, que no es momento. - Refute con severidad y ella se quedó estática.

-Jamás lo había visto así... - dijo sentándose en el sillón frente a mí.

- Si bueno, aun no conoces bien a tu suegro... - solté con ironía.

- ¿Me das un cigarrillo? - le pasé la cajetilla y pude notar como temblaba. - Ella no paraba de llorar... - jamás había visto esa expresión en Guz, estaba preocupada de verdad, incluso afectada. - Asia se fue, por momentos se fue Rebeca...

-Estaba en estado de shock, es normal. - le serví un trago de whisky en un vaso y se lo puse en las manos. - Ve a dormir, no te separes de ella. No la dejes sola ni un solo momento. - le ordené y tomé mi abrigo para salir de casa.

ASIA

Me desperté con un dolor sofocante en el pecho y los ojos ardiendo en llamas, en medio de la oscuridad con el caliente y pesado cuerpo de Ferni sobre mí, pensé que tendría problemas para levantarme sin despertar a Ferni, pero ella profundamente dormida. En medio de las sombras bajé las escaleras, había luz en el despacho así que abrí la puerta con cuidado, mi padre estaba tirado en la alfombra con una pila de fotografías hechas pedazos, tenía los ojos perdidos y la cara enrojecida.

- Mi pequeña... - se levantó con dificultad para venir hacía mi - Está todo bien mi niña, ella jamás nos va a lastimar de nuevo - me abrazó a su cuerpo con tanta fuerza que sentí sofocarme, lo alejé de mi para poder respirar, pero ya me había impregnado de su aroma a alcohol, lo ayude a sentarse. - Tú... Tu eres mi único amor. Tú eres la única mujer que me ama de verdad.

-Papá vamos a tu habitación.

- Nadie nos va separar, yo te voy a cuidar, yo te voy a proteger siempre. Verdad que tú me amas.

-Claro que te amo papá. - el suspiró, tenía sus manos sobre mi rostro de manera tosca y pesada, estaba demasiado borracho, sus movimientos eran toscos y apenas mantenía los ojos abiertos.

- ¿Sabes cuántas veces tu madre me dijo eso? ¿Sabes cuántas veces tu madre me dijo que me amaba?, que jamás me dejaría, con esa misma mirada, con esos mismos ojos claros y cristalinos... te pareces tanto a ella... Tienes sus ojos...su cabello... Su boca...pero tú no - con una de sus manos me jalo hacía el con brusquedad - tú no eres como ella ¿tú no me vas a dejar verdad?

-No, papá no. - volvió a jalarme con fuerza hacía él

- papá me estás lastimado

REBECA

Eran pasadas las 4 de la mañana cuando volví a casa, esperaba encontrar la misma oscuridad que había dejado al salir, pero al ver luces por doquier mi pulso se aceleró de inmediato, algo malo estaba pasando.

Frente a la casa había una ambulancia, estacione el auto donde pude y baje corriendo, de casa salían dos hombres con una camilla en la que yacía Asia. La histeria se apoderó de mí y me abalance a los paramédicos.

-¿Qué pasó? ¡Que tiene! - ella estaba inconsciente. - ¿¡Que tiene!? - grité a Guz apenas la vi salir de casa.

- No lo sé, la encontré inconsciente en el despacho de su padre, ambos estaban inconscientes.

-¡Maldita sea! ¡Te dije que no la dejaras sola!

-Lo sé, pero no me di cuenta cuando se despertó.

- ¿Había algo junto a ella? ¿Pastillas algo? - pregunte a gritos sacudiendo su cuerpo por los hombros.

-No, creo que no. - contesto envuelta en llanto, me aterraba que hubiera atentando contra su vida, entre a casa para indagar en la oficina, pero no había signos de nada, así que salí de vuelta para seguir a las ambulancias.

Cuando llegue al hospital Fernanda y Lucía esperaban en una las salas. La impaciencia me estaba matando, no había noticias de nada, nadie nos había dado información sobre ella por más que insistí, los padres de Guz llegaron en cuestión de minutos. No fue hasta 40 minutos después cuando un doctor salió procurando a los familiares de Echeverri.

- ¿Como está ella? ¿Qué tiene? - pregunté desesperada.

- Ella está bien, perece que solo fue un desmayo, ahora mismo ya está consciente, pero parece que no recuerda nada de lo que pasó antes de que perdiera conocimiento. Le enviaré a realizar algunos estudios, pero está fuera de peligro.

- ¿Podemos verla? - Fernanda interrumpió impaciente, el hombre afirmó con la cabeza- ¿dónde está?

- En la 110. - ambas tomamos nuestras cosas para correr a ella. - Señora Guz...- me detuvo en el pasillo - Su esposo también está fuera de peligro, él tuvo una intoxicación. - soltó dejando en evidencia mi falta de interés por Armando frente a los padres de Guz.

Tenía sus hermosos ojos azules abiertos, pero ni siquiera nos veía, no podía recordar lo que pasó justo antes de desmayarse, pero si recordaba perfectamente a su madre. Por la mañana, Armando se levantó con paranoia y pidió las altas para ambos, no permitió que se le realizara ningún estudio más a Asia, por miedo a que la señora Hansel llegara al hospital.

Regresamos a casa en mi automóvil en completo silenció, Asia no omitía ni una sola palabra, pero se acurrucaba en los brazos de Fernanda como muchas veces se había refugiado en los míos, no era momento para los celos, pero no podía evitar sentirme dolida, debía ser yo quien la cuidara y no ella.

Cuando llegamos a casa frente a la puerta se encontraba el espectro que había puesto el mundo de Asia de cabeza. Armando apenas la vio freno de golpe e intento dar la vuelta, pero la sentencia de Asia lo detuvo.

-Papá te juro que, si no me dejas hablar con ella, no te lo perdonaré jamás.


PETRICORWhere stories live. Discover now