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Por la mañana del martes, Génesis se despertó sin alarma y cuando se estiró dentro de la cama aún, se dio cuenta que estaba en un dormitorio diferente, sonrió y se acurrucó más contra el colchón, las sábanas y el cobertor

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Por la mañana del martes, Génesis se despertó sin alarma y cuando se estiró dentro de la cama aún, se dio cuenta que estaba en un dormitorio diferente, sonrió y se acurrucó más contra el colchón, las sábanas y el cobertor. Salió de la cama y entró al baño para ducharse. Pronto se arregló y salió del cuarto para ir directamente a la cocina, donde ambos ya estaban despiertos.

―Buen día ―le respondió acercándose al bebé y dándole un beso en la mejilla.

―Buenos días, ¿has dormido bien? ―le preguntó con curiosidad.

―Sí, gracias. ¿Tienes que irte ya?

―No aún, son recién las ocho y hasta las diez no suelo aparecer por el trabajo.

―¿Quieres que te ayude a preparar algo? ―le inquirió ofreciéndose a ayudarlo.

―No tengo inconveniente, puedes ayudarme si quieres.

Mientras ambos preparaban el desayuno, el aroma sutil del perfume de Génesis, iba calando en los sentidos de Tiziano, de vez en cuando surgía y cuando lo hacía, al hombre se le nublaban un poquito más los sentidos. Entre preparativos del desayuno, iban conversando también, algo que los ayudaba a que todo fuera un poco más cotidiano y no tan raro entre ellos. Y siendo así, Génesis iba soltando un poquito más su lengua. Alrededor de las nueve y media de la mañana, Tiziano salió hacia el trabajo dejando a su hijo en manos de la joven mujer.

Durante el transcurso del día, la muchacha cuidó a Stefano, acomodó un poco la cocina, habló por teléfono con su primo y revisó algunas cosas de la carrera. Todo estaba muy tranquilo hasta que tocaron el timbre y la joven se puso nerviosa. Tiziano no le había dicho nada con respecto a que tendría visitas aquel día. Se acercó a la ventana y la mujer que estaba esperando por ser atendida, la miró también. Sin quitar la seguridad de la puerta, abrió la misma dejando un resquicio para solo asomar un ojo.

―¿Quién eres? ―le preguntó Génesis.

―La hermana de Tiziano, ¿no te dijo que iba a pasar por su casa? ―cuestionó con dudas.

―No me ha dicho nada.

―¿Quieres que lo llame para que te quedes tranquila? ―le preguntó y la joven asintió con la cabeza.

Pronto el hombre la atendió y le pidió hablar con Génesis.

―Hola Génesis, ábrele la puerta a mi hermana, me olvidé de avisarte que iría a ver a Stefano.

―Me parece que te lo olvidaste a propósito solo para ver si hacía algo raro y enviaste a tu hermana para controlarme.

―Te equivocas no es como piensas, me olvidé de avisarte, eso fue todo.

―De acuerdo, te paso con ella.

Mientras la mujer volvía a hablar con su hermano, Génesis sacaba los seguros de la puerta y abrió para dejarla pasar al interior. Cuando la llamada se cortó, la hermana de Tiziano se la quedó mirando con atención.

De Margaritas y Un Amor italiano ©Where stories live. Discover now