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De aquella manera pasaron poco más de quince días, en los cuáles un sábado por la noche, fue el momento de la cena afuera que tiempo atrás Tiziano le había preguntado a Génesis

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De aquella manera pasaron poco más de quince días, en los cuáles un sábado por la noche, fue el momento de la cena afuera que tiempo atrás Tiziano le había preguntado a Génesis.

Estate atenta porque en cualquier momento que suba a su habitación, yo necesito que te lleves a tu casa al pequeño.

Solo avísame y enseguida iré, estoy esperando en la acera.

Fantástico. Pronto te aviso. Gracias.

―¿Por qué no me dejas que cambie al niño, así tú te vistes tranquilo? ―le sugirió en forma de interrogación Génesis.

―Me encargaré yo del niño, no te preocupes, sé que las chicas tardan más en arreglarse, así que te dejo el tiempo libre para que te arregles tranquila.

Génesis entrecerró los ojos y aunque no estaba del todo convencida, lo aceptó.

―Está bien, intentaré hacer lo más rápido que pueda.

Una vez que Génesis subió las escaleras y escuchó la puerta de la recámara cerrarse, le volvió a mensajear a su hermana de inmediato.

Acaba de entrar al cuarto para arreglarse.

Enseguida voy.

A Brunella solo le tomó como máximo cinco segundos en encontrarse con su hermano, ya que ella estaba esperando en la puerta de entrada. El hombre abrió la puerta con cuidado y le entregó al niño.

―Lo traigo mañana. Pásenla fabuloso ―le dijo con un cántico en la voz.

―Gracias, de todas maneras, no te entusiasmes tanto, es solo una cena para que por lo menos ella se despeje y tenga un rato libre sin que por una noche no cocine.

―Si si si, no me des tantas excusas. No aclares que oscurece más, Tiziano ―acotó con ironía.

Su hermano sin darse cuenta se sonrojó ante su hermana.

―Nos vemos mañana y gracias.

―No hay de qué, por éstas cosas o por cualquier otra que quieras estar con Génesis a solas, sí estoy dispuesta a cuidarlo. Vamos a la casa de tus primos, precioso ―le dijo dándole un beso en su mejilla.

Cuando Tiziano vio que Brunella se alejaba más con su camioneta, cerró la puerta y subió para cambiarse de ropa. Él hizo lo más rápido que pudo para estar mucho antes que ella. Améndola escuchó el taconeó en la planta alta y sintió un cosquilleo por su estómago, era la primera vez que iban a cenar afuera y sobre todo, no estaba Stefano.

A medida que se iban viendo las piernas descubiertas con tacos de Génesis, Tiziano se ponía más nervioso y se sentía como un tonto, porque no era la primera vez que salía con una mujer, lo había hecho miles de veces, pero todo recaía en esa mujer. En aquella joven que lo estuvo volviendo loco desde que la conoció en la casa de su mejor amigo. Pudo haber tenido citas y cenas con las demás mujeres, pero con aquella mujer era la primera vez para todo y aunque no iba a ser una cena que representara una cita, él se sentía así, como un tonto adolescente esperando por su chica.

De Margaritas y Un Amor italiano ©Where stories live. Discover now