Tiziano Améndola es un hombre de negocios y padre soltero. Desesperado por encontrar a alguien que cuide de su hijo mientras trabaja, conoce a la prima tímida pero con lengua afilada de su mejor amigo. Entre palabras directas e indirectas, ninguno d...
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En el mes de agosto el italiano quiso volver a pedirle matrimonio, porque sentía que la actitud que había tenido con ella en la inauguración de aquella noche, no había sido la ideal y en cómo Génesis sabía que era realmente cuando estaba con ella. Por ese motivo, decidió volvérselo a pedir.
Esta vez la muchacha recibió una caja chata y rectangular, que fue entregada por un chico con el logo en su camiseta de una florería muy famosa y elegante.
Quedó encantada con la caja y caminó hacia donde estaba Tiziano sentado. Este miró con atención también la presentación del empaquetado.
―Preciosa, ¿no? ―comentó él.
―¿Fuiste tú? ―le preguntó mirándolo a los ojos.
―¿Quién más sino? Gianpiere no lo creo ―acotó con risa sacando a relucir aquel mequetrefe con el que una vez ella estaba viéndose.
Ella entre risas lo golpeó de manera cariñosa con un cojín del sillón.
Desató el moño de seda de color lila y destapó la caja de color plateada.
Lo que vio Génesis dentro fue lo más bonito que él le había hecho. Cada letra era de galleta dulce con copos de crema de manteca y encima de cada letra, margaritas. Todo aquello formaban la frase.
"Vuoi essere mia sposa?" ("¿Quieres ser mi esposa?")
Génesis lo abrazó por el cuello y lloró de nuevo.
―Sí, sabes que sí ―le dijo al oído―, ¿por qué me lo pediste otra vez? ―le cuestionó intrigada y acariciando el cabello de su nuca.
―Porque lo sentí. Sentí que debía pedírtelo de nuevo. Porque creí que debía decírtelo otra vez por la noche en que tuve la actitud fea contigo.
La joven lo tomó de las mejillas y lo besó.
―Para mí ya había quedado atrás esa discusión. No pensé que ibas a regalarme algo así, fue precioso, es divino lo que has encargado que realicen ―le dijo volviendo a mirar la frase.
―Te lo pido ahora con mi voz... ―le contestó sujetándola de las manos y observándola fijamente a los ojos―, vuoi essere mia sposa?(¿Quieres ser mi esposa?) ―le formuló con firmeza.
La pregunta la atravesó de lleno y sintió lo mismo que sintió la primera vez que se habían conocido. Electricidad, pura electricidad.
Tiziano besó a Génesis cuando ella le sonrió y le dijo un sí con todo el amor que sentía por él.
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