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Alrededor de la una de la tarde, fue Génesis y Stefano quiénes se levantaron primeros y mientras el pequeño dormitaba en el carrito, la muchacha preparaba algo para comer

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Alrededor de la una de la tarde, fue Génesis y Stefano quiénes se levantaron primeros y mientras el pequeño dormitaba en el carrito, la muchacha preparaba algo para comer. Cuando sintió la puerta del cuarto de Tiziano abrirse, los vellos de la nuca se le pusieron de punta. No entendía el porqué pero la sensación era tan rara como placentera.

Bajó a la cocina y se sentó en la silla que estaba alrededor de la mesada, se llevó las manos a la cabeza y se tapó los ojos, ella lo observó con atención.

Ninguno de los dos habló y la joven solo le dejó frente a él una taza de café, oscuro y sin azúcar.

―Gracias.

―De nada.

Tiziano bebió un sorbo y aunque no le gustaba amargo, lo bebió sin chistar. Unos minutos después volvió a hablarle.

―Perdón por lo de ésta mañana.

―A mí no me tienes que pedir perdón. Tú mismo te lo tienes que pedir por meterle cosas indebidas a tu cuerpo. Tú mismo sufres, a mí no se me pega nada de lo que bebiste ―le dijo ésta vez mirándolo a los ojos y poniendo una línea recta en sus labios cuando terminó de hablarle.

―Hablo de lo último que te dije ―le contestó, aunque ella sabía bien a lo que se refería con su perdón.

―Lo dijiste bien ésta mañana, soy la niñera.

―Eso es verdad pero si te estoy pidiendo perdón es porque de verdad lo siento.

―De acuerdo, te lo acepto. ¿Quieres comer algo? Estaba preparando el almuerzo.

―Sí, me hará bien almorzar.

Aquel domingo fue demasiado rutinario y sin muchas ganas por parte de Tiziano en hacer algo mientras que Génesis volvía a los trabajos que le quedaban de algunas materias que estaba adelantando.

―¿No quisieras hacer algo para que no te sientas aburrido un domingo? Porque parece que te saca toda la energía cuando bebes fuerte el día anterior.

―¿Otra vez empiezas Génesis? ―le preguntó revoleando los ojos.

La muchacha se rio por dentro. En parte le gustaba burlarse de él de esa manera.

―Es que te veo así y tiendo a pensar eso.

―No pienses en cómo me afecta el post-alcohol, dedícate a tu carrera y a cuidar de mi hijo.

Tiziano se sentó en el sillón y encendió el televisor para ver una carrera de motos, Génesis estaba sentada en uno de los almohadones y trabajando en su computadora portátil que la tenía sobre la mesa de la sala de estar, mientras que acariciaba a Stefano desde su huevito que lo tenía a su lado.

Y así, el mes había pasado, entre salidas de Tiziano, discusiones a pesar de que él le había dicho que no debía preocuparse ni mucho menos sermonearle como un crío.

De Margaritas y Un Amor italiano ©Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum