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Alrededor de las nueve de la mañana, Génesis bajó con Stefano, ambos ya vestidos

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Alrededor de las nueve de la mañana, Génesis bajó con Stefano, ambos ya vestidos. Lo primero que hizo ella fue prepararle la leche al pequeño, mientras éste jugaba con un mordillo que se llevaba a la boca.

Pronto los dos bajaron y Tiziano se acercó a la joven para intentar decirle algo sin que la otra lo escuchara.

―¿Por qué no le preparas un café? ―le inquirió por lo bajo.

Génesis lo miró con una ceja levantada y casi se descostilla de la risa.

―A ti puede que te lo prepare, pero si ella quiere uno, vas a tener que preparárselo tú. No es mi trabajo prepararle un café a tu noviecita ―le respondió enfatizando las últimas palabras.

―De acuerdo.

Quince minutos después, los dos quedaron a solas y fue ahí cuando volvió a empezar la discusión del perro y la gata.

―Cómo grita tu novia o lo que sea para ti ―le expresó con sorna.

―¿Has escuchado detrás de la puerta? ―preguntó él de manera sarcástica y con una sonrisita.

―Esas cosas se escucharon sin que nadie apoyara la oreja en la puerta, tú y ella fueron dos desubicados. Deja de lado que yo viva contigo, pero estaba tu hijo, ni siquiera tuviste respeto por él.

―A mí me parece que por la manera en cómo me dices las cosas, tú hubieras querido ser mi acompañante.

―No eres lo más bello del mundo. Hay mejores que tú. Lo peor es que tú mismo me dijiste antes que ésta era una casa de familia, cuando yo llegué borracha, ¿y tú qué hiciste? ―le cuestionó enojada―. Te la llevaste a dormir y tuviste sexo con ella sabiendo bien que en el otro dormitorio dormía tu hijo. Más vale que no la hayas dejado embarazada.

―Tú me lo cuidarás también ―le dijo burlonamente.

―Ni se te ocurra ―le contestó de muy mala manera apretando sus dientes y entrecerrando sus ojos―, porque no seré yo quien lo cuide, vine por Stefano, no por otro niño más. Aunque si la pifiaste, ten por seguro que te pediré el cuádruple de sueldo ―le expresó con una sonrisa socarrona de lado.

―Pides mucho para un trabajo tan simple.

―Es lo que valgo, encima de que no dejas que salga con alguien, pues tendría que pedirte aumento de sueldo ―enfatizó.

―¿Fue una indirecta? ―preguntó con burla.

―Puedes ponerle el nombre que quieras ―le dijo con ironía.

―En un contrato de por medio ya firmado no puedes pedir aumento.

―Pasado el año, sí. De todas maneras, me parece que el aumento lo puedes pedir cuando lo creas conveniente.

―¿Ahora lo crees conveniente? ―inquirió con seriedad.

―Puede ser, pero no quiero el aumento, regálame un día de spa ―sugirió pensativa con el dedo índice sobre los labios.

De Margaritas y Un Amor italiano ©Where stories live. Discover now