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Desde las diez y cuarto que salió Génesis de la casa hasta las cinco de la tarde, se la pasó de tienda en tienda buscando algunas cosas que quería comprar hasta encontrarlas, aunque cada una hora Tiziano la llamaba para saber cómo iba a pesar de q...

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Desde las diez y cuarto que salió Génesis de la casa hasta las cinco de la tarde, se la pasó de tienda en tienda buscando algunas cosas que quería comprar hasta encontrarlas, aunque cada una hora Tiziano la llamaba para saber cómo iba a pesar de que la joven se sintiera como si la estaba controlando.

Cuando ella llegó alrededor de las cinco y media de la tarde, dejó las bolsas y la cartera sobre el sillón y lo encaró con determinación.

―No me gusta que me controles, no te lo voy a permitir, me llamaste cada hora para saber qué era lo que estaba haciendo y dónde estaba. No soy tu novia, solo la niñera. Incluso si sería tu novia deberías saber que necesito un respiro, haciendo lo que haces, es como si no me tuvieras confianza ―le contestó y volvió a hablarle con enojo―. Detesto cuando haces eso, se siente como si te estarían controlando, me siento así cada vez que salgo a alguna parte y tú estás llamándome o enviándome mensajes de texto. No estamos más en el siglo 18 donde los hombres eran autoritarios y controladores, que ni siquiera dejaban asomar la cabeza por la ventana a la mujer, no seas así porque no te queda bien, te pones en ridículo y a mí me dejas quedar como una imbécil delante de la persona que me atiende en el local ―terminó por decirle, desahogándose e intentando calmarse de nuevo.

―No te estaba controlando, me preocupas cada vez que sales, más siendo la primera vez que vas a esas calles y que encima tardaste más de cinco horas en volver.

―Esa es tu actitud pedorra que porque me tardo, crees que estoy en otra parte. Que te quede claro que no soy las putitas con las que sales los fines de semana ―le dijo con sarcasmo y enojada también―. Aparte, no tendría porqué darte alguna explicación, no somos pareja.

―Que hayas cumplido veintiún años, no te da derecho a salir a cualquier parte y volver después de cinco horas o más.

―¡Es de día Tiziano! ―le gritó exasperada.

―No me levantes la voz, Génesis ―le contestó con seriedad.

―Pues entonces, tú no me controles como si sería algo tuyo o como si tendría cinco años. No me gusta saber que convivo con un hombre que controla a los demás.

―No entiendes, ¿verdad? Eres extranjera, no conoces nada del país, estás caminando sola, te llega a pasar algo y el responsable soy yo. Le aseguré a tu primo que iba a cuidarte y por lo tanto, tú eres mi responsabilidad. No soy un cavernícola controlador. Intento dejar que hagas las cosas a tu manera y darte libertad para que veas por ti misma cómo son las cosas pero a veces prefiero acompañarte a donde necesites ir por seguridad ―le comentó disimulando su enojo―. Porque por más que hayamos hecho los papeles para que estés aquí, no perteneces del todo al país. No tienes a nadie directo que pueda justificar que tienes nacionalidad italiana también. Y para que te calmes, volvería a darte un beso pero eso terminaría por arruinar todo. Así que cálmate porque nadie intenta controlarte. Deberías diferenciar un hombre controlador de un hombre que se preocupa por ti ―expresó dejando entrever el motivo principal por el cual lo decía.

De Margaritas y Un Amor italiano ©Where stories live. Discover now