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A medida que la cena transcurría, varios de ellos se sirvieron un segundo plato de espaguetis

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A medida que la cena transcurría, varios de ellos se sirvieron un segundo plato de espaguetis. Génesis se sorprendió por la aceptación que habían tenido sus fideos caseros y sonrió por dentro.

―Vas a tener que pasarme la receta porque es una de las primeras veces que veo a mis hijos comer tan a gusto una comida ―le dijo Brunella a Génesis.

―Gracias. Luego te la paso ―le contestó con una sonrisa.

―Te salieron riquísimos ―le dijo Tiziano.

―Te lo agradezco, me alegro mucho que les esté gustando ―respondió con una enorme sonrisa―, es la primera vez que hago fideos caseros, así que me arriesgué en amasarlos.

―Te quedaron una maravilla y la salsa es perfecta también ―fue el turno de Giulietta decirle algo.

―Muchas gracias.

―Tiene el toquecito personal de Génesis ―comentó Tiziano.

―Si te surte efecto en ti, vamos bien ―acotó Alessandro y Brunella con disimulo le golpeó el muslo por debajo de la mesa.

Ella lo miró fulminándolo y éste se rió por lo bajo.

Luego de la comida, hicieron sobremesa y después sirvieron helado y un postre casero que tanto Brunella como Giulietta habían traído. Alrededor de las dos de la madrugada todos se habían retirado, incluido Alejo quien al día siguiente, volvía a Buenos Aires.

Cuando la casa estuvo en calma, ella tomó a Stefano que estaba dentro del carrito portátil y con la otra mano los regalos que el bebé había recibido por su cumplemes y se retiró a dormir. Tiziano hizo lo mismo poco tiempo después.

Cinco días posteriores, Génesis le dijo a Tiziano que aquella tarde iba a ir a comprarle ropa a Stefano y él solo le pidió que le avisara cuando llegaba a la casa.

―No me iré para otra parte, no te preocupes, como ya te dije; no conozco nada más que el supermercado y las calles de alrededor del barrio.

―Más que nada para quedarme yo tranquilo que ya están dentro.

―Está bien, te avisaré cuando lleguemos. ¿Tú quieres algo que necesites?

―No. Compra tranquila para Stefano.

―De acuerdo.

Desde hacía tres horas que Génesis paseaba por una de las dos calles principales de Roma junto con Stefano quien estaba cómodamente en su cochecito de paseo, había comprado muchas cosas para el bebé, desde juguetes de toalla hasta monitos, calzados y un sinfín de diferentes prendas para que se estrenara una prenda por día. Era la primera vez que se sentía como una especie de madre aunque obviamente no lo fuera y le entusiasmaba demasiado ser ella quien eligiera las ropas de Stefano y llevarlo a pasear también. Lo bueno de todo aquello, era que al entregarle la tarjeta personal de Tiziano a las chicas que la estuvieron atendiendo en las diferentes tiendas de niños y bebés, fueron muy amables y simpáticas a la hora de poder expresarse ella con un italiano bastante básico y se sintió realmente cómoda con el resultado. En una de las calles que estaban paseando, Génesis miró el escaparate de Versace y se quedó encantada con un vestido corto, cuando preguntó por el precio quedó aún más sorprendida que antes. Salió de allí y continuó el recorrido por las tiendas de bebés.

De Margaritas y Un Amor italiano ©Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang