Petricor

1.2K 91 81
                                    

Buenas noches, por vosotros, por vuestras estrellas y por vuestro compromiso con mi imaginación y con mi historia. 


.......................

QUE NO TE ENGAÑEN LOS OJOS LO QUE ESTÁS VIENDO CON EL CORAZÓN

L.C.G


::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::


PV Amaia

No terminaba de arrancar y por momentos el nerviosismo se apoderada de mis músculos. Me notaba rígida, con su mano tomando la mía como ante un hecho pronosticado de antemano por el destino. Y de repente, sin poder terminar la frase, me pide un segundo y sale corriendo a la puerta.

Me quedo impávida, alucinada y emocionada por partes iguales. El Alfred de las sorpresas, de los post de los días dieciocho, de los regalos los martes por la noche... ese chico con gafas que tenía delante, es al que conocí y sin duda, el que nunca se había ido de mi vida.

Vi a través del cristal como cruzaba el salón para volver conmigo y no podía ni imaginar qué era aquello que le provocaba tanta felicidad. A simple vista, una caja enorme, envuelta con un papel precioso y delicado.

- Ahora sí que puedo hacerlo bien. Amaia, nunca te lo pedí porque no creía en convencionalismos pero no hay nada más tradicional que el amor y las pequeñas cosas así que... ¿Te gustaría ser mí novia? (Y me dio mi tiempo mientras entreabría los ojitos)

Pero de esos novios de antes, de esos que no necesitan nada para ser felices porque solo la compañía es símbolo de su pasión, de esos donde yo te visito y te regalo flores, donde te hago canciones y donde vuelves a ser la musa de mis satisfacciones...

Retrocedí años atrás en el tiempo al momento en el que, estando a un milímetro de mi boca, se separó abrió los ojos y me preguntó si nos besábamos. Ese fue el inicio de nuestra relación ¡Era un hombre tan pequeño y a la vez tan grande!

No estaba segura de si iba a poder soportar tanta intensidad y sobre todo si sabría devolvérsela pero... como me había prometido a mí misma... este no era el momento de sufrir.

- ¡Claro que sí!

Y me levanté y puse su boca a mi altura porque necesitaba estampar mi respuesta en sus labios. Le besé, dulce, relajada, contenta y emocionada. A la vez, notaba cómo temblaban sus piernas y como le centelleaban los ojos. Esa mirada se leía a kilómetros, era él, éramos dos, era una vida, un nuevo horizonte... Y si el destino y nosotros, nos uníamos para dar todo lo habido y más, sería también el futuro.

Siguió el beso acompasado en una armonía perfecta entre su lengua y la mía, entre mi mano en su nuca y la suya en mi espalda, entre mi corazón emocionado y el suyo latiendo cada vez más fuerte. ¿Acaso podía pedir alguna prueba más?

Su tacto por mi espalda, recorriéndola a pedacitos, sin rumbo pero con seguridad, me empezó a dar la energía que había perdido durante la tarde. Tras el sí, su niño interior se se iba calmando para sacar al hombre que llevaba dentro. Se sentó y me sentó encima, cogiendo mi trasero con su mano derecha y usando la izquierda para acercarme a sus labios.

Y su boca volvió a saber a qué sabía la mía, comprendimos cómo subíamos la temperatura y cómo se nos erizaba el vello de todas y cada una de las partes de nuestro cuerpo. Me apretó contra él mientras yo solo quería verle al natural, sin ropa, sin artificios. ¿Podía haber un sitio más idóneo para entregarme a él?

Hast A marteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora