Cloto, Láquesis y Átropos

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Buenos días, perdón por haber tardado en subir el capítulo. Como os comenté, estuve en el Prat y vi y viví cosas increíbles que me darán para mucho en esta trama. 

Bueno, no para tanto porque no me gustaría extenderos la historia simplemente por satisfacer mi necesidad de contar mi vida.

Hoy la foto es simplemente el cielo de Málaga. No miréis más allá pero me ha parecido que en la tiniebla había luz y he dicho, ¡mira! si pega con el capítulo.

Gracias por vuestros comentarios, privados y públicos. Gracias por las estrellas pero sobre todo, gracias por leer. Por poneros en la piel de los personajes, por intentar entender que el amor no es perfecto y que la solución a la muerte, es la vida.

Se que soy muy intensa y espero que no se me ocurra tener que volver a escribir un capítulo como este.

He llorado escribiéndolo porque al final intentas reflejar sentimientos y sino los sintiese, no podría hacéroslos llegar.

Os tengo cariño, sin conoceros y seguro que os querría conociéndoos

PV Amaia

El teléfono de Alfred suena y soy yo la que me aparto para que no se vea en la tesitura de pensar si continuar. La madre de Catalina ha empeorado y sin quererlo me inunda un sentimiento de preocupación terrible. Nadie especula sobre la muerte hasta que no la ve o le toca de cerca. Quizás vaya con la edad, a los veinte no te planteas que vas a morir pero a los ochenta, seguramente entiendas que el camino que has recorrido ha sido más largo que lo que te queda por avanzar. Lo triste es cuando aparece sin esperarla o te lleva a la fuerza sin ni siquiera haberte dejado al menos despedirte de los seres que han ocupado tu vida. No podía imaginar lo que llegaría a pasar por el corazón de Catalina en aquel momento. 

Nunca, he tenido que sufrir el perecimiento de un familiar y eso me hacía enfrentarme a algo nuevo. Últimamente, todos los hechos que ocurrían en mi vida me llevaban a tener que madurar muy rápidamente para afrontarlos y eso estaba consiguiendo que mirase a los problemas de frente al a vez que comencé a minimizar lo que no era del todo relevante.

Mientras termino de cerrar mi pequeña maleta, veo que Alfred se ríe. A pesar de las circunstancias, nuestros cruces de miradas siempre van acompañados por una sonrisa. Teníamos el vuelo en hora y media y tampoco podíamos entretenernos.

No era solo amor, era algo que iba mucho más allá y que solo pueden saber quiénes lo han vivido. Lo que se traspasaba a través de las partículas de aire entre su cuerpo y el mio me llenaban como la sangre a un vampiro. 

El amor no es algo sobrevalorado si lo has vivido con la intensidad, la pasión y la entrega con la que lo vivimos nosotros. Porque no existe mejor maravilla que cuando notas las mariposas en el estómago del primer beso, la primera declaración de amor, los primeros gemidos desacompasados... Y por supuesto, nada mejor que unos ojos, los suyos, cuando destellan al encontrarse con los míos.

- ¿De qué te ríes?

- De nada.

- Alfred, se que te ríes de algo, o de alguien...

- Es que me ha hecho gracia ver como coges toda la ropa, la doblas en la cama de una forma un tanto extraña y luego cuando la vas a meter en la maleta las haces un ovillo.

- No me he dado cuenta.

- Ya, por eso. No se..., a veces veo detalles que me recuerdan a momentos nuestros en la academia, a cuando vivíamos juntos y tengo sensaciones contradictorias, por un lado miedo a que pueda perderte y por otro me toco el corazón para asegurarme de que estoy vivo y está latiendo.

Hast A marteWhere stories live. Discover now