Inmarcesible

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Perdón por tarde en publicar pero el capítulo anterior me costó mucho trabajo emocionalmente y este también. A veces aunque no sean situaciones que han pasado en mi vida necesito entrar tanto en la historia que me es difícil escribir.

Escribir me ha traído muchas cosas bonitas, entre ellas, a todas las que comentáis día tras día.

Me emociono mucho y os lo digo de verdad, soy una persona muy del tú a tú, de sentimientos, de piel, de primeras y de segundas impresiones, de la vida, del hoy, del presente y del futuro y en parte, mis capítulos son así. 

Podría escribir eternamente porque la imaginación no tiene límites pero en algún momento, esta historia...

  Vosotras sois parte de esto.  

GRACIAS

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NADA ES PARA SIEMPRE SALVO TÚ


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PV Alfred

Estaba completamente perdido. Intentaba sostener a Amaia pero a la vez, Catalina era mi objetivo. Su madre yacía en la habitación contigua y ella, solo quería volver a casa. Decía que cuando una persona se va de la vida es mejor no seguirla, es mejor que vuele, que huya, donde sea... pero libre.

No quería sepelio, la oración iba a dedicársela en la profundidad de su alma y su cuerpo iba a ser donado a la ciencia. Esa misma a la que ella iba a empezar a dedicarse en poco tiempo. Tuve la sensación en ese momento que desde que se vino a vivir conmigo, ella ya había empezado su duelo. A veces estaba nostálgica, otras melancólica... no era tristeza, no era cosa de la edad, se trataba de que cada segundo que pasaba con su madre podía ser el último y ahora, estaba entendiendo que cuando ella llegaba a casa sabía que, quizás, esa podía haber sido la última vez que se habían visto en el mundo terrenal. Su carácter le ayudaba a enmascarar el sufrimiento y ni siquiera había podido leer su miedo a que fuese portadora de SIDA.

En ese sentido me asombraba el parecido de ambas. Aún recuerdo cuando Amaia miraba al techo y se encerraba en sí misma bajo un halo de misterio. Eso no significaba nada más lejos que algo parecido a la preocupación. Normalmente no quería contarme que aturdía su mente pero, su forma de mirarme, de comportarse, de tocarme o de dirigirse a mí, era distinta. Y lo sabía aun más cuando la veía acurrucada en el sofá y sobre todo, cuando no tenía hambre. ¿Cómo no podía haberme dado cuenta de eso en Catalina? ¡Si eran iguales! Ojalá hubiese sabido apreciar más esos detalles.

Y no se si los años que habían pasado entre nosotros la habían cambiado tanto, pero allí, en ese pasillo, tenía la sensación con Amaia de que había algo que no me decía pero que tenía guardado.

En el vuelo, mientras yo vigilaba su sueño, pensé que me encantaría vivir un principio, un camino, una nueva historia. Quiero poder ir al cine, pasear de la mano, volver a ver las estrellas... Quiero todo con ella pero el camino no estaba siendo fácil. Parece que la vida nos ha dado de golpe lo que más queríamos y la conozco, se que a pesar de que está ahí, empoderada, con garra, esperanza y con todo lo que cualquier mujer lucharía por tener, no es del todo ella. Y no lo se porque lo vea, lo se y lo aprecio porque ella me ha sentido antes dentro de su cuerpo, lo se porque la sangre que corre por mis venas la mueve un corazón que late al ritmo que ella marca.

Hast A marteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora