Miedo

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 "LA TERCERA VERDAD"

La única verdad que existe es que en la vida es que no hay una única verdad

¿Quizás pase lo mismo con los finales?


PV Amaia

Me he quitado un gran peso de encima contándole a Luis lo del embarazo, lo cierto es que no estoy segura pero, me hace tanta ilusión y a la vez me da tanto miedo a que todo se rompa en mil pedazos que, la curiosidad por sí sola no sirve para transportarme a una farmacia y hacerme la prueba.

Es la sensación de saber que tienes una misión pero, una parte de ti misma te empuja a llevarla a cabo para conocer el desenlace cuanto antes y otra, que es vaga, intenta por todos los medios escabullirse. Así han pasado los grandes acontecimientos en mi vida y no estaba dispuesta a que continuase siendo de este modo. De momento la guerra la estaba ganando la cobardía pero al mismo tiempo, los acontecimientos no me habían dado ninguna tregua, él, la música, Catalina, Victoria y ahora Luis se habían llevado gran parte de mis últimos pensamientos.

Tenía que llamar a mi madre, hacía días que solo sabían de mí por fotos y, aunque mi hermana estaba al día de toda mi aventura, bueno... toda podía ser una expresión muy amplia, era necesario que mi familia supiese qué ocurría. Digamos que había omitido datos para no crear falsas expectativas. Mi padre me había escrito varios mensajes pero había aprendido que los padres con cada noticia de los hijos, sufren y yo no quería, ni trasladar una preocupación, ni hacerle unas ilusiones que podían quedar tan bonitas y a la vez tan erróneas. Les echo tanto de menos.

Tras el ensayo se que tengo pendiente hablar con Javier, se ha dado cuenta de que le estoy ocultando algo y ahora mismo me siento mal porque no haya sido la primera persona a la que se lo he contado. Bueno, la primera debería de haber sido Alfred.

Estoy hecha un lio, lo que al principio veía como lo más maravilloso del mundo, ahora, me traía una tempestad de preocupaciones. Estaba ilusionada, sí, pero ¿qué pensaría Alfred de todo esto? ¿Querría un bebé? No podía decir que nuestra relación hubiese sido un mar en calma, un mar donde yo solita me había encargado de hacer las olas que perturbaban la tranquilidad. ¿Por qué a veces las cosas más fáciles son las que más nos cuestan? Quizás debería afrontar esto yo sola y luego, dependiendo del resultado, tomar decisiones. No quería mentir, esa palabra no estaba en mi vocabulario y mucho menos hacer algo que conllevase más carga para él.

La habitación del hotel es simple, un pasillo enmoquetado en color caffé con un armario caoba da acceso a una sala cuadrada donde la cama ocupa casi la mayor parte del espacio. Solo hay una mesilla de noche porque en el lado pegado a la ventana se abre un baño de mármol a juego con los tonos verdes de la colcha. Es un entorno otoñal con vistas a ninguna parte. La maleta descansa sobre los pies de la cama, al menos me hará compañía. Tener montañas de ropa me acerca al hogar de una forma casi inentendible.

Necesito pensar y la ducha es lo más relajante que se me ocurre. ¡Dios! Cuantas veces he compartido agua, gritos y piel... Han pasado tantas cosas en tan poco tiempo que no se si estoy sentada en una nube, en el discurrir de un sueño o en el espacio más mortal de la cruda realidad. Cojo el móvil y para mi asombro, mi cuenta anónima tiene ya la friolera de cuatrocientos quince followers. Sin duda esto me da la vida. Tengo seguidores de medio mundo, desde Sofía a Olatz de Frozen pasando por las variedades de Ana Rosas, María Rosas... y lo gracioso es que si es niña, la lista de seguidoras podría servirnos para elegir el nombre.

Hast A marteWhere stories live. Discover now