Capítulo 23

2.1K 202 67
                                    

____________ Gómez

—Mi mamá me va a matar. —dije alterada y medía atontada por el beso qué nos habíamos dado.  

—No es para tanto. —me dijo cómo si no fuera la gran cosa. —Solo te da unos buenos putazos y listo.

Lo mire mal, esto era su culpa. Tomé la ropa que se me había caído y corrimos hacia adentró de la casa. 

—Oye. —me dijo cuándo ya estábamos dentro de la casa secandonos con unas toallas.

Sólo lo mire para que continuara hablando.

— ¿Estas ocupada el miércoles? —me pregunto.

Pensé un poco. Realmente no tenía nada interesante, sólo ver la rosa de guadalupe en youtube y tragar. 

—No, ¿Porqué? —le pregunté arqueando una ceja. 

—Porqué te quiero invitar a mi partido que es este miércoles. —me dijo. 

— ¿Invitar? —dije confundida. 

—Si, qué me vallas a ver pues. 

¿Porqué me estaba invitando? Era algo raro y extraño. Realmente no tenía nada que andar haciendo hay y menos ir a verlo. Su novia se enojaría no. De por si, saber que me beso teniendo novia me hacia sentir un poco mal. 

—Pero...¿y tú novia? —le pregunté un poco cohibida en el sillón.

Me miro confundido, cómo si no supiera de qué hablo. 

— ¿Mi qué? —me preguntó. 

—Tu novia, la guerilla ésa. —le dije casi gritando para que captara.

— ¿Petra? —me preguntó y casi me caigo del sillón. ¿Petra? Con qué hací se llamaba la pendeja. ¿Su mamá no la quería o qué? Con ese nombré puedo apostar a que no. 

—Ella no es mí novia. —confirmó.

—Ella me lo dijo él otro día. —me incorpore mejor en él sillón. Él se sentó junto a mi recargando sus codos en sus rodillas. Me miró.

—Eso fue mentirá. Esa estúpida esta loca por mí, y desdé que terminamos no a podido superarme. —dijo.

Santa madre de la panocha prieta. Una oleada de alivió recorrió mi cuerpo. No se porqué pero eso me hacia sentir un poco bien, de alguna o otra manera me lo hacía sentir. 

Asentí sin seguir dándole importancia al tema. 

—Me tengo que ir. —avisó poniéndose de pié.

Nos dirigimos hacía la puerta y antes de irse se giro a verme. 



— ¿Me extrañaras? —me preguntó mirándome a los ojos de una manera que me hizo estremecer. 

Vacilé un poco.Te diría que si pero no quiero hacértelo saber porqué se qué te aprovecharías de eso. Pensé. 

* * *

Ya era martes y había llegado un poco tardé al salón. Busqué un banco y gracias a todos los dioses que existían había uno disponible. .Me senté y esperé a qué la maestra llegara.

La maestra Lourdes entró todos se quedaron callados. Esta maestra era la más estricta de todas.

Empezó la clase, pero después de unos 20 minutos me estaba empezando a aburrir. Hací que tomé mi celular y empecé a revisar Facebook un momento, pero no pude continuar porqué la maestra estaba parada frente a mí con su mano extendida para que le diese mi celular. Mierda. 



Joel Pimiento Donde viven las historias. Descúbrelo ahora