Capítulo 52

1.8K 220 63
                                    

[______________Gómez].

Ya había obscurecido más y me estaba preocupando demasiado. ¿Y si un oso nos comía? ¿Y sí se hacía de noche y no encontrábamos a los demás?
La situación para mi era más qué incómoda. Estar pérdida ya era algo malo, y ahora perdida con él, era aún más malo. 

—¿No quieres?—me preguntó Joel. 

Me gire para mirarlo, éste tenía una bandera de cocó. No era de mis favoritas pero tenía mucha hambre.

Dudé por unos segundos pero terminé aceptando. 

Acercó su barra de cocó y me entregó un poco. Corté un pedazo para darle lo qué sobraba pero se negó. 

—Te lo doy. —dijo. 

—No, ten. —se lo entregué. 

—Dije qué te lo daba, yo ya no quiero. —insistió. 

—Contigo no se puede. —negué rodando los ojos. 

—Entonces no sigas insistiendo y cómetelo.

—Lo dejaré cómo recurso para más de rato. —le dije guardando la barra de cocó. 

—Como quieras. —se encogió de hombros. 

Seguimos caminado para ver qué podíamos encontrar. 

—¿Estás seguro qué es por aquí?—le pregunté dudosa. 

—Por supuesto, fui Scout de pequeño, mis poderes scoutboys no me fallan nunca. —dijo. 

—Hace unos segundos confundiste Éste con Oeste, no se qué pensar al respecto, supongo qué lo haré por mi propia cuenta púes estoy segura qué si voy a dónde indicas llegaremos la chingada, y la chingada está muy lejos. —dije. 

Empecé a caminar hacía el sentido contrarió, quería hacerlo por mi cuenta, si lo seguía terminaríamos perdiéndonos más.

—¿A dónde vas?—me preguntó. —Espera. —tomo mi brazo e hizo qué girara sobre mis talones. —No podemos separarnos, es peligroso.

—A tú lado todo es peligroso. 

Me solté de su agarré para seguir caminando. 

Escuche unos gruñidos junto con unas pisadas grandes qué resonaban por todo el bosque.

¿Ahora qué? 

Los pasos empezaron a hacerse más marcarnos y mi miedo a crecer. 

—No vuelvas a hacer eso. —llegó Joel agitado a mi lado. 

El ruido se escuchaba más cercano cada vez más.

—¿Qué es ése ruido?—me preguntó cómo si yo supiese la respuesta. 

—No lose. 

De repente y sin avisar un oso apareció de entre los arbustos asiendo qué nos cagaramos del puto miedo. 

—¡Ahhhh!—gritamos los dos. 

Comencé a ver todo borroso y obscuro.
Mis piernas comenzaron a fallarme, maldita sea la hora en qué vine. 

—¡__________NO!—fue lo último qué escuché.

{* * *}

La suave comodidad de mi cama era cómo el paraíso, pero esperen...
mi cama era cómo una piedra, esta no era mi cama. 

Comencé a abrir mis ojos.
Mire el lugar, era una habitación muy cálida y acogedora. 

¿Qué hacía aquí? 

Joel Pimiento Where stories live. Discover now