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Por alguna extraña razón, apenas siendo el segundo día en ese instituto ya se sentía más relajado. Quizá se debía a que ya se había encontrado con sus amigos, o quizá al chico que después de comer el postre había huido de su casa como si le hubieran puesto un petardo en el trasero gritando algo sobre una maratón que se iba a perder como siguiera intentando llegar al coito con él.

YoungJae entró a la clase que ya estaba hecha un escándalo nuevamente y fijó sus ojos en JaeBum que ya estaba sentado en su sitio, entretenido en su móvil. Curioso, se asomó para comprobar si veía una película y, efectivamente, era una... pero no de las que esperaba.

—¿Qué rayos, JaeBum?

—Hola —respondió sereno, demasiado concentrado para prestarle atención. El pelinegro colapsó en su asiento y sólo se le quedó mirando fijamente, intentando descubrir si es que JaeBum era tan tonto como para no notar qué hacía mal o si era tan tonto como para estar consciente de ello pero igual hacerlo.

Cuando pasados unos minutos el chico no se atrevió a tocarlo bajo cualquier excusa como había hecho el día anterior (sólo que él no ponía excusas, sólo le tocaba por antojo y se lo dejaba saber), se limitó a recostar la cabeza en la mesa y dormitar. Si JaeBum quería ver su porno, allá él.

—Señor Im —la voz del profesor casi lo mandó volando hasta la ventana. Con los ojos desorbitados, se encontró con el castaño viendo el móvil del pelirrosa mientras éste último ni siquiera se había alterado.

—Profesor.

—¿A qué se debe este repentino interés en el contacto humano?

—Deduje que si quiero tocar de manera íntima a la persona que me atrae, tengo que aprender cómo, pero hasta ahora sólo he visto un pene y un agujero y no creo que YoungJae me deje avanzar tanto en la primera cita.

—Ya veo —asintió, luego miró a YoungJae que tenía las mejillas hirviendo y la garganta reteniendo gritos de vergüenza—. Señor Choi —saludó, girando sobre sus pies—. Yo los ayudaré a resolver sus dudas —se adelantó hasta colocarse frente al pizarrón y empezó a escribir en él mientras poco a poco los alumnos guardaban silencio, curiosos por lo que su profesor estaba dibujando debajo del título. No tardaron en escucharse risitas nerviosas y chistes sucios, incluso algunos chillidos. YoungJae se mordía fuerte el labio y JaeBum tenía un dedo golpeando su labio inferior, atento ante el gran dibujo de un pene en su pizarrón—. Bueno, niños, hoy les impartiré una clase que tiene que ver con la charla que sus padres debieron de darles hace años aunque ustedes terminaron aprendido todo a base de porno; afortunadamente, estoy yo aquí para hacer del mundo un lugar mejor, así que hay que empezar con esto —su regla chocó con el dibujo—. ¿Alguien puede decirme qué es?

—Lo que se come Jimin —respondió una voz al fondo seguida de un quejido por el gran golpe que le había plantado el pequeño—. Oye, más respeto, ¡soy tu hyung!

—Min Yoongi, usted no lleva esta clase con nosotros.

—Sus clases me parecen más interesantes, profesor.

—Ciertamente —sin dar más pelea, porque realmente no le interesaba, continuó—. No les diré que deben usar condón porque son todos una bola de neandertales que aun estando al tanto, prefieren probar la suerte y luego lloriquear al respecto por su juventud perdida; ¿no sienten pena sabiendo que traerán a este mundo alguien igual a ustedes? —sacudió la cabeza, consternado. La risa de Yoongi podía oírse en toda la clase—. Siguiendo, ¿alguien puede decirme cómo se llama esta parte? —apuntó al glande.

—Se llama cono —masculló una voz fingida.

—Que usted guste chupar de él como si fuera uno... —su voz fue acallada por las carcajadas escandalosas de sus alumnos, a lo que rodó los ojos y pasó una mano por su cabello—. Bien, este es el glande y es una zona erógena. Si son lo suficientemente perezosos, pueden concentrarse en sólo esta zona; es algo así como el clítoris del hombre.

—Ya veo —con el asombro plasmado en toda su cara, JaeBum anotaba en su cuaderno—. ¿Y cuál sería el denominado punto G de un hombre?

—Ahí es donde quería llegar —el profesor chasqueó los dedos y volvió a dibujar en la pizarra.

Los alumnos guardaban silencio a la espera de otra explicación. Sorpresivamente, todos disfrutaban enormemente de sus clases porque él era alguien con un comportamiento tan desinteresado y extraño que inevitablemente terminaban atraídos por su forma de explicar y ver las cosas. Tenía un magnífico cerebro, y hasta ese momento el único que había podido igualarlo había sido Im JaeBum. Los estudiantes habían llegado a la conclusión de que el requisito para ser un genio era ser raro. Y les agradaba.

—JaeBum —le llamó YoungJae en un susurro cuando vio que el pelirrosa dibujaba con todo lujo de detalles y a la perfección lo que el profesor plasmaba. Intentó no distraerse por el nuevo talento descubierto—, ¿no crees que es suficiente? Por favor, es la primera vez que quiero dar clases.

—Esto es absolutamente necesario, ¿cómo sino podré complacerte?

—¿Quién dijo que quiero que me complazcas? —protestó.

—No tienes que decirlo, sé que eres muy tímido —esbozó una sonrisa de lado y se sobresaltó por la palmada que el pelinegro le dio en el muslo—. Probablemente te guste el sadomasoquismo —pensativo, anotó la observación en la esquina superior de la hoja. YoungJae se quejó en voz alta.

—Im —el profesor dijo sin molestarse en voltear—, entiendo que esté curioso, pero no puede explorar los puntos de los que le hablo en medio de mi clase, es antihigiénico y puede poner en duda mi profesionalismo.

—Fue Choi, parece que tiene inclinación por el sadomasoquismo —anunció con toda la tranquilidad que poseía su atrofiada cabeza que YoungJae quería estrellar contra el piso.

—Entiendo, llegaremos a eso después —golpeó el pizarrón con el marcador, señalando la cavidad y el dedo que había dibujado. Se centró en un pequeño bulto—. Esto, muchachos, es la próstata, así que a la próxima que digan que ser gay es antinatural recuerden que su punto G está en sus culos —toda la clase empezó a quejarse mientras la fuerte risa de Yoongi quedaba cubierta por la de YoungJae. Si iba a pasar vergüenza, al menos iba a disfrutar de los buenos momentos—. Aunque no necesariamente deben ser gays, he oído que hoy día cada vez más señoritas buscan ser urólogas —varias chicas soltaron "sí" relajados. Sus compañeros se alejaron un poco más de ellas como si de esa manera pudieran salvar sus traseros—. Bueno, para llegar a la próstata, hay que recordar que está debajo del pene —agarró un frasco de vidrio que usaba para guardar clips y metió dos dedos—. Por ejemplo, el pene está en la parte superior del frasco, entonces, cuando meten los dedos, golpean el interior en esa dirección; cuando sientan el bulto y un grito más fuerte que el de sus madres cuando descubrieron que ingresarían en esta pocilga al no ser aceptados en otra, pueden saber que la encontraron.

—Profesor, ¿qué le parece asignar trabajos en parejas para poner en práctica todo lo que nos enseñó y que en él se base nuestra nota final?

El grito de YoungJae pudo haber sido usado para la comparación del profesor si éste lo hubiera escuchado antes:
—¡Im JaeBum!

pink as my dickWhere stories live. Discover now