pink as my dick

24.

Se suponía que los fines de semana eran días tranquilos y felices donde podías simplemente sumergirte en tu miseria sin alguna otra preocupación más que cumplir tus necesidades fisiológicas de tanto en tanto.

Entonces, ¿por qué es que estaba en esa situación?

Un JaeBum mojado hasta sitios que no quería nombrar perseguía a los cachorros que su tía había ido a dejar a su casa para un baño, la espuma más en él que en los nombrados y sus rodillas raspadas de tantos tropezones que se había pegado en medio de la carrera constante que suponía atrapar animales enjabonados. Amaba los perros, pero a sus cortos diecisiete años prefería evitar dolores que le hicieran creer a su cuerpo que en realidad tenía ochenta, como esa pesada tensión adueñándose de su espalda que lo tenía estirándose en cada pausa que se permitía.

—¡¿Pinki?! —exclamó al notar a éste aterrando a una de las gallinas del vecino. Corrió a su rescate, cogiéndola entre sus brazos a duras penas y ganándose un picotazo en medio del forcejeo. En pánico, estrelló su móvil contra el animal y apenas unos segundos después se presentaba la dramática escena de su móvil en el piso con media pantalla rota y, más importante, la gallina con el cuello colgando trágicamente. Todavía más asustado que antes, intentó tranquilizarse tomando temblorosas respiraciones—. Bien, bien, tranquilo, JaeBum. Sólo pregúntate: ¿qué haría Jesús?

La gallina milagrosamente soltó un ruidito y apenas comprobó que su pecho subía y bajaba rítmicamente, asintió para sí y la lanzó disimuladamente por la muralla a casa del vecino.

Primera tarea cumplida.

Observó su móvil destrozado.

Apretó los labios.

¿Podría ahora el señor hacerle tomar el lugar de la gallina?

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Capítulos seguidos porque esta anécdota me destrozó.

TENGO UN VIAJE EN DOS HORAS Y ANDO ACÁ. ASAKSJALDKJASLKFSALKFJ 

BUENA NOCHE, BUEN DÍA.