10.

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El final de otro día escolar.

Por primera vez en mucho tiempo no había llegado con JaeBum y también iba sin él a la salida. Era extraño no tener su brazo envuelto en su cuello ni su nariz rozando de vez en cuando su mejilla debido a la cercanía; tampoco oler ese característico aroma a talco de bebé ni ver su cabello brillando a la luz del sol de una manera inusual. Le extrañaba el detalle que le había tomado en ese corto lapso conociéndose pero, realmente, una persona como JaeBum llamaba la atención sin siquiera proponérselo.

Y cuando sí se lo proponía, lo hacía en grande.

Como en ese mismo momento, acercándose montado en una moto medio destartalada de color amarillo patito, la pintura pelada en ciertos puntos y el plástico de la parte delantera rozando con la rueda de la moto y ocasionando un ruido que sonaba como un ventilador. La sonrisa de JaeBum resplandecía. Se veía absolutamente complacido con su pequeña chatarra.

Estacionó frente a YoungJae, justo frente al montículo de tierra que debían arribar para poder estar junto a la ruta e ir a casa.

—Súbete, te llevo —ofreció con chulería.

—JaeBum, yo no subiré por esa arribada contigo. Nos vas a tumbar —cruzó los brazos, apoyando su peso en una pierna e ignorando la sorpresa que le causaba saber que el chico conducía.

—Claro que no —protestó—. Te lo voy a probar.

—Está bien —YoungJae subió a paso tranquilo para mirarle desde arriba junto a JinYoung, el cual ya había sacado su móvil para documentar el próximo fracaso de su mejor amigo. JaeBum aceleró lleno de entusiasmo y logró subir la mitad antes de que lentamente su moto fuera retrocediendo hasta que quedó tumbada sobre él. Parecía una trágica escena de película: tirado en la arena en una posición que dejaba en evidencia lo elásticas que eran sus extremidades, con un manubrio de la moto casi perforándole el estómago y su cara en blanco, no dejando ver ninguna emoción para probar que estaba decepcionado por el giro de los acontecimientos. Y ese fue el detonante de la risa de todos los presentes.

—No resultó como lo planeé.

Unos alumnos lo ayudaron a sacarse la moto de encima mientras YoungJae y JinYoung se deshacían a carcajadas, apoyándose sobre el otro para aguantar el dolor que sentían en sus abdómenes. En ningún momento se les pasó por la cabeza preguntarle al pelirrosa si estaba bien; ellos sólo querían burlarse a más no poder.

Pero a JaeBum no le causaba ni un poco de gracia, así que después de que terminaran de levantar su dignidad, giró sobre sí mismo y se alejó de sus amigos, dejando su moto ahí porque en ese mismo momento también estaba enfurruñado con ella. Odió el mundo por unos cinco minutos, minutos donde YoungJae le persiguió con disculpas no del todo serias si tenía en cuenta que soltaba risitas de vez en cuando, hasta que se topó con esos enormes y oscuros ojos que parecían atravesar su alma y sintió un flechazo.

—¡YoungJae! —se volvió hacia el pelinegro con emoción. El otro le miró extrañado por su rápido cambio de actitud—. ¡Siempre quise un sapo! ¡Ayúdame a llevarlo!

Y ahí lo comprendió.

—Yo no voy a tocar esa cosa. No, señor —negó efusivamente. JaeBum hizo un puchero.

—Por favor, lo pondré en una caja para ti. No puedo llevarlo yo, hoy traje mi moto.

—Aun así, no.

—¡Por favor! —le sacudió por los hombros, y si amasó innecesariamente los suaves músculos, no había nadie que le culpara—. Y te compro el almuerzo por una semana. Ni siquiera tendrás que tocarlo directamente, ¡anda!

—Está bien —apretó los labios, débil ante tanta felicidad—, pero tú lo pones en la caja.

—¡Síii! —corrió por el instituto en busca del transporte para su nuevo amiguito, consiguiéndola en la cafetería donde la señora que le atendió quedó encantada por la amplia sonrisa que nunca había tenido la dicha de ver anteriormente. Le regaló una bonita caja con dibujos de caramelos bastante coloridos, y tras él agradecerle, se marchó con la misma rapidez para colocar al sapo en su sitio, invitando a YoungJae a acompañarle.

El pelinegro, un poco reticente, se subió detrás de él poniendo la caja sobre su regazo. Poco acostumbrado a montar motos, dio varias sacudidas que movieron la caja de lado a lado y, cuando por fin las detuvo y se ubicó bien en su sitio, sintió algo resbalarse por sus vaqueros.

Se alteró.

—¡JaeBum! —gritó—. ¡Se orinó en mí! —escuchó la risotada del chico por sobre el sonido del motor, y entonces ya estaba siendo llevado—. ¡Lo voy a lanzar! Maldición, te odio.

—¡No lo lances!

—¡Te voy a lanzar a ti!

  —Mejor lánzate a mis brazos, primor.

Y si luego de eso recibió un golpe que casi lo dejó noqueado y de paso casi ocasionó que se accidentaran, nadie iba a negar que se lo merecía. 

  🍒 🍒🍒🍒🍒🍒🍒 

SE LLEGAN LAS AVENTURAS DE JAEBUM EN MOTO Y ESTOY EMOCIONADA.  AAAAA, TANTAS COSAS.

Les presento al sapo Hikigaeru de paso. Él también vivió una gran batalla.

Es semana de exámenes y estoy al borde del suicidio. Necesito terminar el capítulo de Cheer up, nECESITO QUE SE VENGA LO CHIDO. Pero no me voy a apurar porque me estresa que me salga una porquería; no quiero eso, es como mi bebé.

Vieron que casi llegamos a los 500 votos. Estoy enamorada de ustedes. Muchísimas gracias.

ESPERO QUE TENGAN UNA LINDA SEMANA.

pink as my dickWhere stories live. Discover now