Capítulo 4

136K 17.7K 2.6K
                                    

¡Y por fin llegó el momento!

¡¡Que lo disfrutéis!!

—¡Bohdan!, ¡Bohdan! —exclamó esa voz algo infantil aún provocando que me diera la vuelta para ver aquella melena rubia alborotada corriendo hacia mi

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¡Bohdan!, ¡Bohdan! —exclamó esa voz algo infantil aún provocando que me diera la vuelta para ver aquella melena rubia alborotada corriendo hacia mi.

—No deberías correr con esos zapatos —respondí en un tono suave cuando se aproximo hasta mi. Aún no sabía porque mi madre le hacía andar con esos zapatos por palacio para que se habituara a ellos, en ocasiones me encantaría coger a esa mujer y zarandearla para que todo volviera a recolocarse en su cabeza de nuevo.

—No pasa nada, ya me estoy acostumbrando a ellos. De aquí a que llegue el baile, los dominaré perfectamente —contestó sonriente.

Adoraba a esa pequeña, de hecho era casi la única alegría en aquel lugar y más aún adoraba que nunca perdiera esa sonrisa por más que en el fondo de mi mismo sabía que poco a poco mi madre se encargaría de apagar con su forma de actuar.

—¿Dónde ibas? —pregunté siendo consciente ahora de que era extraño que no estuviera ocupada en sus clases, porque me constaba que madre la solía tener ocupada casi todo el día.

—El profesor de música no ha podido venir hoy, así que me he escapado aprovechando que madre ha salido de palacio, ¿Podemos ir a ver las estrellas antes de que te marches mañana? —preguntó en ese tono de voz de súplica con el que sabía que sería incapaz de negarme a nada.

—¿Y tú como sabes que me voy mañana? —pregunté con un deje de sonrisa.

—Escuché a padre mencionarlo en el desayuno esta mañana. ¿Vas a California?

—Eso parece.

—¿Y estarás fuera muchos días? —preguntó con cierta cara de preocupación.

—Tranquila pequeñaja, que no te dejaré sola demasiado tiempo. Solo estaré fuera el fin de semana, pero te prometo que esta noche iremos a ver las estrellas.

—¡Si! —gritó abalanzándose hacia mi y después salió corriendo de nuevo.

—¿A dónde vas?, ¡Ten cuidado que te vas a caer! —grité mientras me reía viéndola correr.

Me daba cierto pesar que no fuera a un colegio como lo hice yo, eso complicaba las cosas a la hora de relacionarse o de tener al menos alguna amiga con la que jugar o pasar el tiempo. A pesar de que había tratado de intentar sacar el tema en varias ocasiones, madre siempre se había negado a que Margarita saliera de palacio alegando que aún era demasiado pequeña... la trataba como a una niña de cinco años cuando ya era una adolescente de trece.

«Quizá deba plantearme seriamente las cosas cuando regrese» pensé viendo como el vestido de color azul que llevaba se perdía al fondo del pasillo tras girar a la izquierda. De alguna forma Margarita no podría pagar las consecuencias, ni tener una vida mísera por culpa de madre.

El Príncipe Perfecto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora