Capítulo 25

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¡Hola florecillas!

Estaré Lunes y Miércoles con esta historia!! Besiiiiitooooos

(Lo siento, es corto... pero es que me corté la mano con el cuchillo y me molestaba al escribir el vendaje;"gajes de oficio de una patosa empedernida")

 pero es que me corté la mano con el cuchillo y me molestaba al escribir el vendaje;"gajes de oficio de una patosa empedernida")

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—¿Yo? —exclamó en cierto tono que me produjo diversión—. ¡Nada!, ¡Te juro que no sabía que ella estaba allí cuando lo tiré!

¿Tirar?, ¿Qué demonios había tirado?

—¿Cuándo lo tiraste?, ¿Qué tiraste? —pregunté en voz baja tratando de no delatarla pero ciertamente confuso.

—¡La quiero fuera de aquí inmediatamente! —gritó la mi madre llamando mi atención—. ¡Ha intentado matarme!

No tenía ni idea de lo que había pasado, pero dudaba que Celeste hubiera hecho algo así a propósito.

—Esa es una acusación muy grave, madre —dije completamente seguro de su inocencia.

Celeste podría ser muchas cosas, pero asesina no era una de ellas, al menos no era lo que me decía mi instinto.

—¡Esto! —exclamó mi madre señalando un reloj despertador—. ¡Lo ha tirado por la ventana mientras sacaba de paseo a Sifus para matarme! —insistió completamente furiosa.

No era la primera vez que veía mi madre en ese estado, pero desde luego debía reconocer que si era la primera vez que no me preocupaba ni temía por ello.

—¿Saca de paseo a un gato? —escuché a mi espalda y tuve que reprimir una risotada, de forma que me mordí el labio.

«Lo reconozco. Me parecía igual de absurdo que sacara a pasear a un gato, pero esa solo era una de sus excentricidades»

—¿Lo ves? —insistió madre—. ¡Ni siquiera lo niega!, ¡Guardias!, ¡Arréstenla! —ordenó claramente.

—¡No, no, no! —exclamó Celeste y sentí como se apretaba a mi espalda, quizá tratando así de protegerse y lo cierto es que me encantaba que lo hiciera, quería de hecho que se sintiera protegida a mi lado—. ¡Yo ni siquiera sabía que usted pasaba por ahí!, ¡La culpa es suya! —se excusó—. ¡Si no me hubiera dado un despertador baratuno, dejaría de sonar cuando le hubiera dado al chisme ese que lo para!, ¡Y no lo habría tenido que tirar por la ventana!

Cuando comprendí por sus propias palabras lo que había sucedido tuve que reconocer lo absurdo de la situación y morderme la lengua para no soltar una risotada que me estaba costando horrores contener.

¿De verdad había tirado el despertador por la ventana solo porque este no cesaba?

«Solo a ella se le puede ocurrir una forma tan peculiar de deshacerse de un objeto» pensé mientras observaba esos ojos brillantes llenos de vida y quise embriagarme de esa misma rebeldía.

—¡No me importan sus excusas granjera inculta! —gritó entonces madre—. ¡La quiero ahora mismo fuera de aquí!

—Ella no se va a ninguna parte, madre —dije claramente para que escuchase tanto ella como los guardias que la acompañaban mi clara decisión.

—¡Casi me da con esto en la cabeza! —insistió con la prueba del delito, dando a entender que no había duda alguna.

—Pero no le ha dado y como bien ha dicho miesposa, fue un accidente —tercié dejando claramente que ella era mi mujer lo quisiera mi madre o no y que por ende estaba bajo mi estricta protección.

—¡Esto no pienso tolerarlo Bohdan! —rugió—. Pienso decírselo a tu padre —añadió mientras finalmente se daba media vuelta y supuse que tendría que tener una larga charla con mi padre a mi regreso respecto a ese tema.

—Creo que te he metido en problemas... —mencionó con una voz cargada de sentimiento y lo que menos quise es que se sintiera culpable—. Tal vez sea mejor que me marche ahora y...

—No... —negué claramente y la sujeté del brazo evitando así que se alejase de mi—. Ella sabe tan bien como yo que no puedes irte Celeste, pero mi madre odia no tener el control sobre todos nosotros para manipularnos a su antojo. Admito que resulta refrescante ver como alguien no se acobarda ante el poder que presume tener —dije siendo consciente de que yo mismo me había contagiado por ella para plantarle cara a mi madre después de tanto tiempo.

Era la primera vez que no agachaba la cabeza y le concedía sus peticiones solo por agradarla y calmar mi conciencia de que así sería feliz, de que si todos cedíamos ante sus peticiones por fin volvería a ser la misma.

«Ya estoy harto» medité en mis adentros.

No dejaría que se entrometiera más en mi vida y por ende tampoco en la de la mujer que ahora me pertenecía.

—¿Cómo dices? —exclamó confundida y no me extrañaba que lo hiciera, ella no entendía la mitad de las cosas que allí sucedían.

—Necesito que permanezcas aquí, a pesar de que ella no te lo pondrá nada fácil —insistí.

En el fondo sabía que ella era fuerte, que Celeste era capaz de soportar el irritable carácter de mi madre y salir indemne.

«Eso sin contar que la necesitas, que te desvives por ella y que ardes en deseos de poseerla» jadeé en mis pensamientos siendo consciente del instinto carnal que ella me hacía tenerle.

—Tu madre me odia Bohdan —admitió consciente—. Granjera inculta es lo más bonito que me ha dicho hasta ahora.

—Lo siento —admití siendo consciente de que en aquel momento no me enorgullecía de los actos de mi madre y que solo deseaba tener la oportunidad de recompensar a esa bella mujer que tenía delante con todo lo inimaginable—. Lamento hacerte pasar por esto y sé que no tendrías que quedarte si no es tu deseo, pero te prometo que te lo recompensaré cuando todo termine.

No podía irme con la idea de no volver a verla, de no volver a contemplar esos hermosos ojos, pero sobre todo de no hacerla mía y sentir realmente a qué sabía su cuerpo.

«Pídeme la luna y será tuya...» pensé siendo capaz en aquel momento de hacer cosa solo con tal de que me dijera que se quedaría en palacio hasta mi regreso.


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El Príncipe Perfecto Where stories live. Discover now