Capítulo 43

85.6K 12.1K 705
                                    

Había regresado suficientemente temprano aquella tarde y pedí que organizaran una cena íntima en la torre de astronomía sabiendo que mi hermana jamás acudiría sola a ese lugar

Ουπς! Αυτή η εικόνα δεν ακολουθεί τους κανόνες περιεχομένου. Για να συνεχίσεις με την δημοσίευση, παρακαλώ αφαίρεσε την ή ανέβασε διαφορετική εικόνα.

Había regresado suficientemente temprano aquella tarde y pedí que organizaran una cena íntima en la torre de astronomía sabiendo que mi hermana jamás acudiría sola a ese lugar. Eso me otorgaba la privacidad oportuna para tener completamente a solas a Celeste y asegurarle, sin necesidad de palabra alguna, que solo tenía ojos para ella.

«No había más que deseara, que el hecho de compartir una noche junto a las estrellas mientras viajaba a kilómetros de distancia haciéndola de nuevo mía» pensé mientras enviaba un mensaje citándola en aquella parte de palacio.

Esperé no unos minutos, sino casi una hora sin que ella contestara ni se presenciara en el lugar, así que con la certeza de que estaría en su habitación plácidamente dormida y que se habría retirado temprano, abrí la puerta sigilosamente para encontrarme con una cama enorme y completamente vacía.

¿Dónde estaba?, ¿Qué hacía a esas horas fuera de su habitación? O mejor dicho, ¿Con quién?

Acudí a la alcoba de Margarita para encontrarla plácidamente dormida y cerré la puerta suavemente... miré la biblioteca y la cocina, pero no había rastro alguno de ella hasta que volví y esperé en su habitación de brazos cruzados solo porque no podía irme a dormir sin verla, sin besarla, sin sentir de nuevo lo febril y vivo que ella me hacía estar.

Cuando la vi aparecer parecía sonriente y algo fatigada, ni tan siquiera supe que era lo que por mi mente pasaba, pero las palabras surgieron antes de darle coherencia alguna.

—¿De donde vienes a estas horas? —exclamé y vi como daba un pequeño salto llevándose una mano al pecho mientras se giraba para encararme.

—¿Qué haces aquí? —preguntó frunciendo el ceño y el hecho de que no contestase a mi pregunta me molestó.

¿Acaso evitaba una respuesta? Aún así respondí.

—Te envié un mensaje hace dos horas y viendo que no respondías, vine hasta aquí pero no estabas, ¿Qué llevas puesto? —pregunté obviando el hecho de que había preparado una cena íntima para los dos, lo que menos quería que pensara ahora es que era un imbécil por quedarme esperando.

—Estaba ensayando. Dietrich me prestó la ropa porque era más cómodo —contestó bajando la vista y señalándose la ropa.

¿Había dicho quien creo que mis oídos habían escuchado? No... no puede ser, ¡Él no!

—¿Dietrich?, ¿Qué se supone que hacías con Dietrich?

Mi voz era más elevada de lo normal y era consciente de ello, pero dados los antecedentes casi me temía lo peor... ¿Ensayando?, ¿El qué? Por qué yo no tenía constancia de absolutamente nada al respecto, aunque no me sorprendía que mi primo se hubiera metido por medio como hacía siempre.

—Pues ensayar —insistió encogiéndose de hombros—. Es mi profesor de baile, ¿Qué querías que hiciera?, ¿Jugar a las canicas?

La fluidez de su respuesta me serenó. ¿Dietrich era su profesor de baile?, ¿De donde diantres había sacado dicho título el idiota de mi primo?

—¿Tú profesor de baile?, ¿Desde cuándo mi primo es tu profesor de baile? —pregunté inquiriendo dicha información para saber hasta donde se había extralimitado.

La vi dudar y no sabía exactamente a qué era debido pero lo que descubrí era confusión. ¿Tal vez no le había dicho que era mi primo? No... claro que no, y tampoco que se había acostado con varias de mis ex, eso seguro que tampoco.

—A ver si no estamos hablando del mismo Dietrich...

—Estamos hablando del mismo porque no hay otro —afirmé en un tono que no dejaba duda al poco afecto que le tenía—. Se suponía que quien tenía que enseñarte a bailar el vals era el señor Haffner que es quien hasta ahora se ha encargado de enseñar a toda la familia —mencioné no sabiendo quien diantres había decidido que mi primo era una mejor opción al respecto.

«Probablemente él mismo conociéndole como le conocía»

—Pues es buen profesor —contestó de pronto Celeste—. De hecho, demasiado bueno —añadió haciendo que apretara los puños ante dicha afirmación.

—¿Cómo que demasiado bueno? —bramé alzando la vista para descubrir en su rostro algún sonrojo, un gesto que me indicara lo que por él sentía—. ¿A qué te refieres?

—¿A que sabe enseñar bien? —exclamó abriendo los brazos y temí lo peor—. Además, me cae bien, aunque no me dijo que era tu primo, ¿Seguro que no será otro Dietrich?

—Dietrich le cae bien a todas—bufé y me giré incapaz de mantener la coherencia en aquellos momentos.

«Si ella supiera... si ella conociera la verdad que hay tras esa amabilidad que demuestra»

—No me extraña, es muy guapo —admitió para mi martirio—. En fin, voy a darme una ducha porque estoy muy cansada después de seis horas ensayando. Por cierto, le prometí el primer baile, no te importa, ¿verdad? Cómo tu vas a bailar con Anabelle...

En ese momento quise quemar todo cuanto había en aquella habitación, y no solo en la habitación sino el palacio entero. ¿Importarme?, ¡Por supuesto que me importaba! La sola idea de ver a Celeste en brazos de Dietrich me aterraba, me consumía, hacía añicos mi cordura y mi sensatez.

Ni hablar... ¡Ella no! Celeste no era como las demás, ella era diferente, tenía que creer que no caería en sus redes como lo habían hecho las demás, o mejor dicho; quería creer que sentía algo por mi más fuerte de lo que lo habían hecho las otras.

—No. Por supuesto —mentí descaradamente.

«Eres mi destino Celeste Abrantes y mañana sabrás que nada ni nadie va a detenerme en mi intento porque seas mía»

«Eres mi destino Celeste Abrantes y mañana sabrás que nada ni nadie va a detenerme en mi intento porque seas mía»

Ουπς! Αυτή η εικόνα δεν ακολουθεί τους κανόνες περιεχομένου. Για να συνεχίσεις με την δημοσίευση, παρακαλώ αφαίρεσε την ή ανέβασε διαφορετική εικόνα.
El Príncipe Perfecto Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα