Capítulo 48

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No era la respuesta que había esperado a mi confesión, aunque fue absolutamente desconcertante encontré la frescura en aquella exclamación

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No era la respuesta que había esperado a mi confesión, aunque fue absolutamente desconcertante encontré la frescura en aquella exclamación.

—Podría —aseguré con un atisbo de sonrisa. Después de todo yo mismo comenzaba a pensar que no estaba muy cuerdo—. Pero más bien es otro tipo de locura —afirmé acercándome hasta ella, dejando una clara evidencia de a qué me refería exactamente para que no hubiese duda alguna.

Pude notar sus manos sobre mi cuello, hasta que la presión de sus labios ejercieron una condenada atracción de los míos y me sumergí en aquella vorágine de sentimientos encontrados que ella suscitaba en lo más profundo de mi ser. Sentir su calidez en mi boca era un deleitoso gozo del que no deseaba privarme jamás.

No había obtenido una respuesta de ella a mi confesión, pero me resultaba imposible aceptar que la respuesta a mis besos, el ardor que emanaba de sus labios y de su cuerpo, fuera pura imaginación mía. No. Definitivamente ella debía sentir algo más que atracción y estaba dispuesto a averiguarlo.

—Debemos volver.

Ciertamente no lo deseaba, pero era consciente de que ya debían estar echándome en falta y aunque aquello me importara más bien poco en aquel momento, también sabía que una vez comenzara a recorrer aquella piel con mis labios, detenerme sería un tormento.

—Está bien —contestó y sentí una especie de pesar en su rostro. Pensé que se debía al hecho de regresar al baile y tener de nuevo un enfrentamiento con mi madre. No deseaba que se sintiera mal respecto a esa situación que se escaba a mis manos, aunque solo podía prometerme no separarme de su lado.

—Ey —susurré y coloqué mi mano sobre su barbilla para que de ese modo alzara su vista hacia mi. Necesitaba ver aquellos ojos brillantes, llenos de vida y no de pesar como me había parecido atisbar—. Te prometo que solo bailaré contigo el resto de la noche.

Y lo haría. Desde luego que lo haría.

—¿De verdad? —exclamó completamente sorprendida.

Creí percibir ilusión por su parte, ¿De verdad deseaba mi compañía? Era consciente de que me había asegurado que entre mi primo y ella no había nada, pero no podía dejar de martillearme constantemente sabiendo que él era un tipo atractivo y que siempre conseguía hacerse con sus objetivos.

—Te lo he prometido y nunca incumplo mis promesas —aseguré tan seguro como que era el heredero a la corona de Liechtenstein.

Además, así mantendría las manos de Dietrich bien lejos de ella.

—Ay de ti como lo hagas.

Aquello fue una advertencia, incluso me señaló con el dedo para asegurarse de que me quedara clara su amenaza, aunque lo que probablemente no sabía es que para mi sería un auténtico deleite complacerla. Le importaba muy poco quien fuera... Celeste se había mostrado natural desde el primer instante en que nos habíamos conocido y a pesar de saber mi linaje, el título que representaba y las riquezas que poseía mi familia, su comportamiento había seguido siendo el mismo... no podía evitar regodearme al saber que su carácter seguía intacto y eso definitivamente era lo que más me atraía de ella.

El Príncipe Perfecto Where stories live. Discover now