Capítulo 15

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¡Helou bellas florecillas!

Como prometí ayer, ¡Aquí estoy!

No es seguro que haya capítulo mañana (lo intentaré) pero si no subo mañana, nos vemos el 7 de Enero que ya estaré de regreso!

(Como siempre os digo, os comunico todo por Instagram, así que seguidme por allí)

Aquella mañana fue una de las pocas en las que estaba despierto y con los ojos plenamente abiertos mirando el techo blanco de mi habitación cuando la alarma sonó a las seis en punto

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Aquella mañana fue una de las pocas en las que estaba despierto y con los ojos plenamente abiertos mirando el techo blanco de mi habitación cuando la alarma sonó a las seis en punto. Ni tan siquiera hice un movimiento brusco, sino que alargué la mano y deslicé el dedo del teléfono móvil desde el cuál procedía el sonido. Ni tan siquiera hice lo que solía hacer siempre; ver las noticias, correos y la programación del día, pero en aquel momento no podía dejar de pensar en ese beso.

¿Por qué no podía dejar de rememorarlo? Obviamente sabía la respuesta... la deseaba demasiado y el hecho de no poder tenerla por principios fomentaba aún más ese sentimiento.

Tenía que hacer algo por esa chica, asegurarme de que al menos su estancia en palacio fuera de lo más grata y no se sintiera de lugar. Aún recordaba la comida en la que aquel escargot había salido volando, pero debía reconocer que por volver a ver esas mejillas sonrosadas era capaz de hacer que sirvieran escargot a diario.

Cogí finalmente el teléfono, pero lo hice para llamar y asegurarme de que alguien asistiera a Celeste aquella mañana, lo que menos necesitaba en aquel momento es que mi madre tuviera más razones para molestarla. Estaba seguro de que las lecciones de etiqueta y protocolo la ayudarían para aprender todo lo necesario y que no se sintiera fuera de lugar durante el tiempo que estuviera en palacio. Me importaba muy poco como se comportara realmente, pero sabía perfectamente que de no hacerlo correctamente tanto los medios, como el resto de presentes.

Revisando la agenda del día comprobé que tenía varias gestiones en palacio, entre ellas una reunión en mi despacho.

No quería parecer ansioso o nervioso por volver a verla, pero lo cierto es que en el momento que la vi aparecer, fui consciente de la necesidad que tenía por volver a ver esos ojos de aquel inusual azul por mucho que me hubiera dicho durante toda la noche que no la tocaría, que no volvería a besarla y que jamás le pondría una mano encima.

¡Demonios!, ¿Por qué era incapaz de apartarla de mis pensamientos?

Escuché que mi hermana la saludaba de forma cercana y aquello me congratuló, aunque como siempre madre debía estropearlo como si de algún modo agriar la felicidad de todos los presentes se hubiera convertido en su propio reclamo. Por suerte para mi, padre la puso en su lugar antes siquiera de abrir la boca y simplemente me mantuve en silencio. Sentía un nudo en la garganta, también en el estómago, como si fuera incapaz de pronunciar sonido alguno porque temía no ser el propio dueño de mis pensamientos. Observé que servían esa crema de cacao que expresamente había pedido que le sirvieran a Celeste para desayunar y rememoré ese momento en el que introducía su dedo en aquel botecito y se lo llevaba a la boca degustando el sabor.

El Príncipe Perfecto Where stories live. Discover now