Capítulo 7

152K 16.8K 2.2K
                                    

¡Perdonadme florecillas! He estado desaparecida unos cuantos días entre resfriados, maluras, temas familiares, cumpleaños, amigos, etc... parece que se ha formado un complot en mi contra hahahaha. Espero volver a la rutina estos días, tened paciencia.

¡¡Miles de besitos y disfrutad, que lo hice bien larguito para compensar!

—¡Aquí ezta! —La escuché exclamar en un idioma que apenas comprendí y en ese momento abrí mis ojos para observar que sacaba una botella de champán del mini-bar con una mano junto a otros licores en tamaño pequeño que solían siempre estar en la nev...

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—¡Aquí ezta! —La escuché exclamar en un idioma que apenas comprendí y en ese momento abrí mis ojos para observar que sacaba una botella de champán del mini-bar con una mano junto a otros licores en tamaño pequeño que solían siempre estar en la nevera con la otra.

—No creo que sea una buena idea que sigas bebiendo —afirmé acercándome a ella para tratar de quitarle la bebida de las manos.

No pretendía rozar esa piel desnuda que suponía una amenaza para mis impulsos y menos aún tocarla. Si bastante esfuerzo tenía que hacer de por sí para refrenar lo que dictaminaba mi instinto, peor sería teniendo la tentación tan cercana. Me negaba a aprovecharme de la situación, bastante me había propasado, extralimitado y excedido suficiente para reprochármelo el resto de mi vida ya que de alguna forma había abusado de su estado solo por mi propio beneficio. No. Ni hablar. Así me muriese de agonía no le pondría una mano encima a esa mujer que se había convertido en mi esposa —porque legalmente era mi esposa—, sin ella ser plenamente consciente de ello.

—Nooooo —gimió apartándose de mi lado mientras caminaba hacia atrás y veía que su equilibrio, —algo mejorable tras quitarle los zapatos de tacón— peligraba conforme se acercaba a uno de los sillones que había en aquel pequeño saloncito recibidor hasta que obviamente tropezó y di dos zancadas antes de que se cayera al suelo y alguna de las botellas que llevara estallara al punto de terminar cortándose con algún cristal. Ya me imaginaba los titulares; El príncipe Bohdan termina su noche de bodas en urgencias por múltiples cortes en su esposa, ¿Habrá sido realmente un accidente? De sobra sabía como era siempre la prensa rosa extranjera, intentando sacar todo de contexto, por suerte en Liechtenstein no era así, aún respetaban a los miembros de la casa real.

—Será mejor que te metas en la cama y duermas hasta mañana antes de que terminemos pasando la noche en un hospital —dije mientras la estrechaba entre mis brazos para sostenerla.

«¿Por qué demonios tenía que oler tan condenadamente bien esa mujer? Tal vez después de todo sí que me afectaba el alcohol de alguna forma por más sereno que quisiera parecer, había algo en ella que me atraía como un oso hacia la miel, sencillamente era incontrolable»

Observé esos ojos tan celestes, tan brillantes y a la vez tan cálidos que durante unos segundos perdí la noción del tiempo y también de mis impulsos porque inevitablemente me acerqué a ella sin poder remediarlo. Necesitaba saber a qué sabían esos labios, degustar la ambrosía que estaba seguro que emanaba de ellos y mis dedos hundiéndose en su carne sumamente suave no ayudaban en nada a tratar de frenar ese deseo.

El Príncipe Perfecto Where stories live. Discover now