Capítulo 47

99.2K 12.6K 794
                                    

No le dije que me habían mencionado que habían visto a Dietrich salir de sus aposentos, ni que habían afirmado que pasó la noche junto a él, más bien esperaba que ella misma lo afirmase de ser cierto

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

No le dije que me habían mencionado que habían visto a Dietrich salir de sus aposentos, ni que habían afirmado que pasó la noche junto a él, más bien esperaba que ella misma lo afirmase de ser cierto.

—No sé cómo es tu primo, pero sí sé como soy yo —concluyó tajantemente—. Y no sé de donde te habrán llegado los rumores, pero entre él y yo no ha habido absolutamente nada más que una relación cordial, quizá como mucho una ligera amistad, puesto que apenas le conozco. Si llegué tarde anoche, solo fue porque me dije a mi misma que no te dejaría en ridículo esta noche si es que me pedías que bailara contigo por lo que me he estado matando todos estos días para aprender a bailar ese vals real —¿De verdad había estado ensayando tanto solo por si le pedía que bailara junto a mi?, ¡Seré insensato!, ¡Y yo creyendo que podría rechazarme!—, y si he estado "distante" es solo porque tú también lo has estado conmigo y finalmente te diré que si Dietrich me trajo aquí esta noche y llegamos tarde fue porque alguien me encerró en palacio para que precisamente no asistiera a este evento.

—¿Cómo que alguien te encerró? —exclamé llegando hasta ella y colocando mis manos sobre sus brazos.

¿Por qué razón alguien debía encerrarla? Aunque yo mismo me di la respuesta en cuanto la pregunta se formalizó en mi mente. Si Celeste no acudía al baile, no existiría la posibilidad alguna de que fuera ella a quien sacara a bailar, pero ¿Quién? Podría haber sido Anabelle en un ligero ataque de conveniencia, aunque me inclinaba más por mi propia madre, sabiendo que en los últimos días le había dejado muy clara mi posición respecto a mi esposa.

—No lo sé... justo cuando iba a salir, alguien cerró con llave la puerta de mi habitación y sé que no fue un error porque enseguida grité al pensar que se trataba de algún sirviente que habría cerrado por seguridad.

—¡Maldita sea! —mascullé en voz baja y maldije la hora en la que la había dejado sola sabiendo que aquello precisamente podía ocurrir.

—Averiguaré quien ha sido —afirmé con gran pesar.

—No es tu culpa —contestó y noté la calidez de su mano en mi mejilla—. ¿Por qué te importa tanto la relación que pueda tener con tu primo? —añadió como si tuviera curiosidad por entender mi reacción, ¿O quizá solo evaluaba la situación?

—Sé cómo es él —admití sin entrar en detalles—. Y sé que jamás toma nada en serio. Le gusta formar escándalos familiares, no sé porqué razón terminó siendo él quien te dio esas clases de baile... —añadí pensando que seguramente habría sido idea del propio Dietrich que de algún modo debió haberse enterado.

Ni siquiera sabía como podía inmiscuirse de aquel modo en la vida de palacio cuando apenas lo frecuentaba a pesar de vivir tan cerca, pero en el momento que traía a una chica a casa, Dietrich comenzaba a aparecer en escena.

—Entiendo —dijo instantes después—. Temes que lo único que busque sea crear un escándalo en el que tu y yo salgamos perjudicados.

¿De verdad creía que eso era lo único que temía? Por descontado que no, pero quizá era mejor que pensara de ese modo para alejarla de él, puesto que las intenciones de mi primo no eran honestas, a confesarle que lo que realmente deseaba era tenerla únicamente para mi disfrute y gozo.

El Príncipe Perfecto Where stories live. Discover now