Obliviate #XVIII

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Desde que Draco había "desaparecido" las cosas se habían complicado para los Malfoy y Snape. Mientras Voldemort castigaba a Narcissa y Lucius por su descuido ante su peón más valioso, Snape se debía hacer cargo de las tareas que habían sido planeadas para su sobrino; como la restauración del armario evanescente en la Sala de Menesteres para dar la entrada a Hogwarts a los Mortifagos, teniendo que iniciar con la misión en las vacaciones de invierno mientras la mayoría de los estudiantes no estaban y tenía tiempo.

Severus había querido informarselo a Dumbledore, pero el director había desaparecido y no podía comunicarse con él, siendo todo un misterio su paradero. Podría detener y hacer más lenta la reparación del armario, al menos hasta la llegada de Albus de regreso a la escuela, pero Voldemort tenia a Mortifagos detrás Snape y en Borgin y Burkes registrando su progreso, estando condenado si tardaba demasiado. No estaba en sus planes morir aún.

Por suerte, Albus llegó antes de que Severus terminara la tarea dada por el Señor Tenebroso. Dumbledore le contó que había estado en la búsqueda de un horrocrux que había localizado y podido destruir, pero para su mala suerte, haberlo hecho le consto. Una maldición llevaba el anillo que Voldemort había utilizado para guardar un pedazo de su alma, y ahora Albus Dumbledore moriría en pocos días. Severus había intentado de todo para evitarlo, aunque le constaba admitirlo, necesitaban al viejo loco para ganar. Pero Dumbledore ya había aceptado su destino y su muerte como todo buen mago.

Sin hacerse esperar, y viendo las condiciones en que marchaba todo con un horrocrux menos, Severus le contó a Albus los más recientes planes de Voldemort y lo que había estado haciendo como misión. Juntos, idearon un plan que Snape se negaba a aceptar, pero Albus era el mejor convenciendo a las personas. Así, una noche antes del regreso de todos los alumnos a Hogwarts, el plan de ambos poderosos magos –Albus Dumbledore y Tom Riddle –dio inicio.

[...]

—Esto es muy raro —murmuró Hermione sentándose frente a Harry y Draco en la cabina del tren a Hogwarts —¿Por que McGonagall nos pediría ir a Hogwarts antes?

—No lo sé ¿crees que tiene algo que ver con... tu sabes quien? —preguntó ahora Ron, sentándose a un lado de Hermione, mirando a Harry y sutilmente desviando su mirada a Malfoy, quien sólo parecía estar cien por ciento concentrado en lo que había fuera del vagón, viendo por la ventana. Ron estaba seguro de que uno de los dos tenia algo que ver, o al menos saber qué pasaba. Harry siempre había tenido esas clases de visiones o sueños en los que veía a Voldemort antes de hacer alguna gran jugada. Y Malfoy, sabía que él algo tenia que ver. Le inquietaba el hecho de haber confiado en él y no haberle dicho a Harry o Hem algo sobre el loco e irracional sueño de la serpiente ¿y si algo de eso tenia que ver con lo que estaba sucediendo y ellos lo hubieran podido evitar pero él no dijo nada?

—No lo sé, no he tenido visiones o sueños sobre él. Es muy raro —dijo Harry frunciendo el ceño algo molesto, había estado tan distraído esas vacaciones que no había estado prestando atención a los que realmente se lo merecía; Los planes de Voldemort y la guerra que quería causar.

—Calmense —Habló Hermione —tal vez no sea nada grave, o así lo hubiera comunicado McGonagall. Quizás tienen noticias que no pueden comunicar por lechuza, sino personalmente —Hermione quería creer sus palabras, pero no entendía por qué los habían llamado sólo a ellos, eso realmente la preocupaba tanto como a sus amigos.

—Si, lo sabremos cuando lleguemos— murmuró Harry dando la conversación por terminada.

El viaje fue largo, nadie decía nada y Draco sólo deseaba que el viaje acabará para poder atender el asunto en Hogwarts y volver a tener la atención de Harry sobre él; que, aunque sonaba egoísta, caprichoso y totalmente inapropiado basado en la situación en la que se hallaban –donde casi se podía oler la guerra que se avecinaba–, era lo que quería. No había podido disfrutar por completo la mañana que estaba pasando con Harry, porque claro, debían interrumpirlos en ese preciso momento en donde Draco estaba seguro de que Harry le estaba correspondiendo sus sentimientos. Era claro que si, y que le parta un rayo si no.

Hermione había entrado y avisado que una carta había llegado, y Draco sintió el impulso de ofender a la chica y sacarla de la habitación cuando Harry se alejó de un salto de casi un metro de distancia de él. Momento totalmente arruinado. La carta los solicitaba a los cuatro en Hogwarts lo más pronto posible, lo que era suficiente para estar todos nerviosos o asustados aunque Hermione intentará negarlo.

Draco bufó al paisaje que veía por la ventana ¿ahora cuando volvería a tener un momento así con Harry? Con lo muy obtuso que era el Gryffindor, sabía que dejaría pasar el momento como si nada ¡Como si no fuera gran cosa! Cuando claramente era la gran cosa, o al menos para Draco en ese momento.

[...]

Cuando el tren se detuvo, Draco pensó que mejor debía poner en orden sus preocupaciones y enfoque. Estaban al inicio, si no es que ya, en una guerra. Lo que menos todos estaban pensando ahora, era en ridículos sentimientos adolescentes. Bajando del vagón, el rubio sintió la helada brisa y notó el escenario gris que se daba paso frente a ellos. Algo había pasado, se sentía y se veía. Desde que había subido al tren y sentado al lado de Harry y los demás, Draco Malfoy no había sentido, hasta ese momento, el miedo erizar su piel con tan sólo pensar en que noticias encontrarían en Hogwarts. Se preguntó, antes de iniciar la caminata detrás del trió de Gryffindor, que hubiera hecho su olvidado yo en esa situación.

[...]

La llegada a Hogwarts fue más sombría de lo que pensaba; Desde el accidente sobre su memoria, Draco había sido puesto al día sobre Voldemort, así que sabía a lo que se enfrentaba y el miedo más que entendible cuando se decía su nombre, sabiendo todos lo que era capaz de hacer. Y para quienes lo habían olvidado, había hecho algo para acordarselo.

Dumbledore estaba muerto. Voldemort lo había asesinado sin siquiera aparecer en escena.

La escuela estaba hecha un caos que era fácil de ver desde la entrada, cosa que sólo puso más asustados a todos. Harry, Hermione y Ron corrieron dentro de la escuela, aterrados de las noticias que McGonagall les pudiera dar, pensando lo peor. Draco no corrió, a diferencia de los Gryffindor, caminó por los pasillos destruidos y lúgubres de la escuela hasta la oficina de Dumbledore. No había ni un alma en los pasillos, lo que era raro – conociendo la cantidad de fantasmas que les gustaba vagar por el lugar– pero comprensible. La escuela había sido atacada, seguro Dumbledore había pedido avisar a los estudiantes que no fueran y los fantasmas como las personas de los cuadros estarían  ocultos en algún lado. Ni a los muertos les gustaría enfrentarse a Voldemort.

Draco se preguntaba si Snape estaría allí cuando giró para entrar en la oficina, siendo recibido por un Ron muy enojado que tomo su camisa por el cuello y lo empujó hasta una pared.

—¡Es tu culpa! ¡Por tu culpa esta muerto! —gritaba el pelirrojo en la cara del rubio. Ron estaba rojo de la ira, listo para desquitarse con Malfoy —¡Tu lo sabías!

Hagrid -que también estaba allí- se apresuró a llegar al par de adolescentes y separar a Ron de Malfoy.

—¿A qué te refieres con que sabía? — preguntó Hermione limpiando una lágrima de su cara confundida, habiendo recibido hace segundos, la noticia de que Dumbledore estaba muerto.

O.B.L.I.V.I.A.T.E [Harco-Drarry]Where stories live. Discover now